BCCCAP00000000000000000000505
FR. FRANCISCO DE PAMPLONA.—CAPITULO IX 167 ron fácilmente y con gran brevedad mudarle el hábito. Después de esta maravilla que acreditaba las virtudes de Fr. Francisco, se repar- tieron el hábito viejo con gran veneración, y estas reliquias se aplica- ron muchas veces a los enfermos quedando repentinamente curados, especialmente en la peste del año 1658 que hizo grandes estragos en Caracas. Al din siguiente se le hizo solemnísimno entierro con salvas Reales (le la artillería de mar y tierra, asistiendo toda la gente de la población y la dotación de los buques que estaban en el puerto; se colocó su cuerpo bajo las gradas del altar mayor, a la parte del evan- gelio; desde entonces el pueblo de la Guaira ha sido protegido visible- mente por el Venerable Hermano, librándolo de los continuos asaltos que hasta esa época habla sufrido de los piratas y corsarios. El año 1676 el P. Francisco (le Puente, Prefecto de la Misión de Cumaná, (le paso para España, con autorización del Ilmo. Sr. Obispo (le Caracas exhumó los restos del Y. Hermano y halló el cuerpo sin corrupción y muy tratables sus miembros, sin faltarle otra cosa que la extremidad de la nariz, creciendo con esto la devoción (le los fieles; se colocó provisionalmente en la sacristía, hasta prepararle si- tío seguro. Al llegar este P. Francisco de Puente a Madrid refirió a los Capuchinos del Convento de San Antonio del Prado, los prodigios y veneración que se tenía en América al V. Francisco de Pamplona; entonces refirió Fr. Vicente de Sepúlveda, enfermero (le aquel convento, que en una de las veces que había estado allí, fué a visitar al R. P. Juan (le Pamplona, que tenía unas llagas en las piernas muy antiguas y pú- tridas y estaba retirado en la enfermería; el enfermo pidió a Fr. Fran- cisco que le hiciera la señal de la cruz sobre las llagas y se las ungiera con saliva; se excusó Fr. Francisco, pero fueron tantas y tales las sú- plicas, que al fin cedió, y poniéndose de rodillas hizo lo que el enfer- ¡no le pedía, y al momento se calmaron los dolores, y cuatro días des- pués dejó la enfermería y no sintió más aquella enfermedad. Noticio- de todo esto el P. Esteban de Pastrana, suplicó al P. Francisco de Ptente que le acompañare a visitar una hermana que tenía gravemente enferma y desahuciada de los médicos; llegaron los dos Padres a casa (le la paciente, le aconsejaron que con mucha fé se encomendare a Fr. Francisco de Pamplona, y al mismo tiempo le aplicaron una re- liquia que tenía el P. Puente, y al din siguiente estaba completamente sana. Todo esto contribuyó a que el referido P. Francisco de Puente recibiera orden de los Superiores para que al regresar a Venezuela tratara de mandar a España ci cuerpo de Fr. Francisco de Pamplona; en efecto, elevó una solicitud al Sr. Obispo de Caracas, cuyo original con el auto del Prelado se conserva en el archivo diocesano. Accedió a ello el Sr. Obispo y también otorgó su licencia el Sr. Gobernador (le la provincia coadyuvando mucho el General de los Galeones D. Miguel Saiseca. Mas al tener noticia el pueblo de la Guaira de que le querían quitar el cuerpo del Venerable Hermano se amotinó, y para evitar dis-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz