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146 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA. San Juan, (le la que llegó a ser gran Maestre, y después Virrey de Sicilia; el tercero, D. Miguel Adrián, Caballero de la Orden de Calatrava, militar valeroso, que murió como un héroe en la defensa del castillo del Morro, en Cuba. Tuvo, Údernás, tres hermanas, de las cuales una fué benedictina en el Cofl vento de Lumbier, y otra carmelita en Pamplona; la tercera se llamó Rosa de Redin, cuya nieta, doña Josefa, casó con D. Luis Ayanz, conde de Guindulayn, y heredero de todos los títulos. El padre y jefe de esta esclarecida familia, había sido también militar de gran valor, que tomó parte en la batalla de Lepanto a las órdenes de Don Juan (le Austria, y murió cuando todavía Tirbucio era niño. La madre fué señora (le gran carácter que supo inculcar a sus hijos, junto con las virtu- des cristianas y cívicas, una gran cultura y energía de carácter, que les hizo a todos hombres ilustres, Por lo que hace a D. Tiburcio, parece que Dios lo predes- tinó para empresas prodigiosas en servicio de ambas Majes- tades; de aquí que aguardara con cierta impaciencia el mo- melito en que, por su edad, pudiera consagrarse al servicio del Rey. Aún no había cumplido los veinte años, cuando pi- dió permiso a su madre para irse junto con su hermano a Martín, que entonces era capitán de una de las compañías que peleaban en Milán. Al verse ceñido con la espada de soldado, procuró con empeño hacerse digno sucesor de la casa Redín; buscaba siempre los sitios de más peligro y de mayor trabajo, dándose luego a conocer por su valor y audacia y por la maes- tría con que buscaba el lado flaco del enemigo, exponiendo con frecuencia su vida en defensa de su Rey. Por lo que, debido a este su valor y ardimiento en las batallas, mereció pronto ser ascendido al grado de alférez en la compañía de su her- mano, y al terminar la campaña de Nápoles, el Rey le hizo Caballero de la Orden de Santiago, como premio de sus ha- zafias que fueron muchas y muy señaladas (1). El año 1623, cuando sólo tenía veinte y seis años, fué nombrado capitán de mar y tierra, e hizo el primer viaje a las Indias en una expedí- (1) Una de ellas, quizá la principal, fué incendiar ci polvorín del Duque de Saboya, arriesgando su propia vida.

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