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¡ 142 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA ja siempre se queda en la ranchería con ellos y el marido tiene que sostenerla a ella y a sus padres, con lo que éstos se • dedican más a sus anchas a la vida de holganza. Mientras • que al casarse el indio abandona su ranchería y a los autores de sus días para irse a vivir a la ranchería de su mujer y sos- tener a los de ésta. Estas Casas-Misión, de donde han de salir las nuevas cris- tiandade, se ampliarán a medida que lo permitan los fondos de la Misión y el personal a ellas destinado, pues hoy, como en tiempos del Divino Maestro, podemos repetir que la mies es grande y pocos los operarios encargados (le recogerla, por lo cual debemos todos pedir al Padre (le familias, que envíe operarios a su viña, apóstoles llenos de fervor y santo entu- siasmo por las Misiones, que lleven su sed de sacrificio hasta dar su sangre, y si es preciso su vida, por la salvación de los indios comprados al precio de su vida y sangre por el Hijo de Dios. 5. Para poner término a este capítulo, querernos actual- mente consianar los nombres de los Misioneros que traba- jan con envidiable celo y constancia en el Vicariato del Ca- roní: Ilmo. Rvmo. Fr. Diego Nistal, Vicario Apostólico, O. M. Cap.; M. R. P. Matías de Alcobilla, Superior Regular; Padres Ceferino de La Aldea, Asistente, Santos de Abelgas, Nico- lás de Cármenes, Samuel de San Mateo, Inocencio de La An- tigua, Benigno de Fresnellino, Bonifacio de Olea, Cecilio de Lois, Tomás (le Grajal, Antolín de Antoííán, Félix de Vega- mián, Eulogio de Villarrín y Maximino de Castrillo. herma- nos Fray Saturnino de Bustillos, Faustino María de Lieres, Rogerio de Valduvieco, Camilo de Vega, Darío de Renedo, Casimiro de Paredes, Gabino de San Román y Lucio de Mellanzos. La edad de la mayor parte oscila entre los trein- ta a cuarenta y cinco años, es decir, que se hallan en la ple- nitud de la vida y llenos de celo. En ci corto espacio de tiempo que lleva establecida la Misión, la muerte ha segado, como mies ya madura, la pre- ciosa vida de los siete Misioneros siguientes: R. P. Dionisio de Curillas, ahogado en la noche del 19 de abril de 1927, al in- atravesar la quebrada de Aima para regresar a su pa-

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