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140 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA ramos que de ahí a un año, cosecharemos el papelón que nece- sitamos. Todo lo hago con mis indios guaraos, quienes poco a poco se van acostumbrando al trabajo. También hemos conseguido cría de animales de cerda: esperarnos tener algunas vacas, lo que nos será muy difícil por carecer de embarcaciones para el transporte, pues por es- tos Caños sólo navegan curiaras. Hace un año que inauguramos la escuela para indios re- cogidos en el bosque, y ya leen casi lodos sin tropezones. ¡Dios sea bendito por todo!" Por otro Padre sabernos el plan que llevan los Misioneros, y es que, sin descuidar a los mayores, han edificado una Casa- Misión para los niños que puedan recoger; su número en la actualidad es el de 62 niños y otras tantas niñas. Estos niños, por lo regular no los ceden los padres si no interviene la au- toridad civil. Al recogerlos el Misionero los lava y asea diaria- mente, hasta curarlos y reanimarlos a fuerza de cuidados y alimentos (1). El plan de vida, a que se someten fácilmente los niños, es: levantarse, aseo, misa, rezos, de 5 a 6. De 6 a 8 trabajo manual, desayuno y después escuela, hasta las 12, que toman el baño. Tarde: Comida abundante y sana, escuela dos horas, y después de merendar y jugar un rato, otra hora y media de trabajo manual. Cena a las 7, y después aprender cánticos religiosos, que ejercitan en las faenas escolares y agrícolas. A los dos años de estancia en la Casa-Misión, han hecho ta- les progresos que han podido recibir el Bautismo, la Confe- sión y sagrada Comunión; leen con relativa soltura y saben sumar, restar, multiplicar y dividir. Antes ignoraban que existiesen más hombres en la tierra, a excepción de ellos, y algunas otras tribus; ahora no carecen de nociones sobre (1) Preguntçamos en cierta ocasión a uno de nuestros Misio- neros del Caroni: ¿Los niños indios ríen, saltan y juegan corno los de otros paises? —"Cuando nos hacemos cargo de ellos, no; vienen como un ser estúpido, que se maravilla de cuanto ve; mas a medida que va to- mando fuerzas, por contagio con el resto de la colonia, juega y sal- ta como los niños de acá o de allá, o, por mejor decir, de todas partes".
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