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MISION DEL CARONI.—CAPITULO VI 133 Todos estos caseríos tienen su autoridad civil, la mayor parte con Comisarías dependientes de la Jefatura Civil (le Tucupita. En mu- chos campos hay una pequeña capilla. En la Guayana A que es la parte más extensa de la Misión, hay los siguientes pueblos: San Félix, puerto naturl1 de la Guayana en el gran río Orinoco; es de fundación moderna, le dan vida el puerto y los carros del interior, que trasportan las mercancías a las demás pobla- ciones guayanesas; el pueblo es pequeño, y hoy muy decaído; tiene una iglesia bastante regular, nuevamente arreglada después que arri- bamos los Misioneros al Vicariato del Caroni: la población es próxi- mamente de 750 habitantes. Upata, El Palmar, Guasipati, El Callao y Tumeremo; además existe, a unas diez y ocho leguas de Tumere- mo, otro pueblo que se llama El Dorado, fundado casi exclusivamente para el servicio de los que están en la montaña extrayendo el Bala- tá; por eso apenas se encuentran familias; las casas son más bien al- macenes de provisiones para los trabajadores9 El Dorado está situa- do en el río Cuyuni, precisamente en el lugar donde recibe las aguas de su afluente el Yuruari; es muy malsano, no son potables las aguas, que tienen color (le sangre mezclada con agua; de aquí se originan las enfermedades palúdicas, con toda clase de manifestaciones, no es- caseando Un fiebre perniciosa, que en la totalidad de los casos lleva un desenlace fatal, rápido. PARTE NO CIVILIZADA.—En el Territorio Federal Delta-Ama- curo, a pesar de haber tanto caserío, existen, sin embargo, muchas rancherías de indígenas, con su vida, costumbres y civilización com- pletamente distinta de la de los civilizados. Estos indios viven en ranchos hechos de caña y hoja de temiñe, muy abundante por esos lugares, especialmente en el Barima. La ocupación ordinaria de estos indígenas es estar acostados en un bonito chinchorro de mori- tejido por ellos mismos, meciéndose y alimentándose de un pesca- do bueno y sabroso, producto de los mismos caños, que se llaman moro- coto, zancochado (1) con batata, yuca (2), etc. Generalmente uno o dos de los indios van a pescar, mientras los otros descansan a sus anchas en el chinchorro; cuando han dado con la presa, regresan al rancho, pican eU morocoto, lo ponen a hervir, y, cuando el agua empieza a bullir, prueban todos el sabroso alimento; pero son tan delicados en la prue- ba, que cuando el pobre mor-acoto está cocido y sazonado no ofrece a sus carnívoros más que las espinas y el esqueleto. El indio del te- rritorio, y sobre todo la india, llega muy pronto a la pubertad, admi- rando ver a indias de once y doce años altas y robustas, con sus pro- pios hijos en sus brazos, pero se agotan pronto muriendo jóvenes en general. (1) Cocido. (2) Tubérculos tropicales de la tierra.
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