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MISION DEL CARONL—CAPITULO V 99 Con la misma fecha escribió la siguiente carta el P. Félix al Ministro de Relaciones Interiores dándole cuenta de su en- trevista con el Sr. Presidente Provisional, y recordándole al mismo tiempo los puntos principales para el establecimiento de la Misión. "Sr. Dr. D. Juan de Dios Méndez y Mendoza, Director del Ministerio de Bel. Interiores. Presente. Mi muy respetable señor: Tengo el gusto de participarle que esta mañana tuve la suerte de que me presentaran al Sr. Presidente Provi- sional, y con tan propicia ocasión le hablé de nuestro asunto-Misión, estando dicho señor tan deferente conmigo que me ha prometido in- formarse e interesarse por el buen resultado. Para que se pudiera formar idea de la forma en 'que puede re- solverse, le entregué una notita con los puntos o bases principales, haciéndole también mención de las exposiciones dirigidas a los Sres. Ministros. Los dos puntos más importantes son estos: 19 Establecer la Mi- sión en parte civilizada (1) como lo había resuelto el Presidente, Sr. Crespo, en 12 de mayo de 1894, y 2 Crear un vIcaIro APOSTÓLICO, según lo decretado también por, el Sr. Crespo y lo sancionado en la LEY DE MISIONES de 16 de junio de 1915. Estos dos puntos son de vida o muerte para la Misión y al Gobierno interesa el fijarse en ellos para echar bien los fundamentos de la obra de que tratamos, y ase- gurar el feliz éxito, no exponiéndonos a hacer sacrificios estériles y de ningún resultado. El párrafo único de la LEY DE MISIONES que determina que ninguna Misión se establezca en población o ciudad, aplicado a la letra, se opone abiertamente a lo que tenemos que considerar como nedjo, "sine quo non", para el establecimiento de la Misión; y, por tanto, según los principios de derecho, no se debe tener en cuenta. En el precedente del señor Crespo, ya citado, y en la práctica de cómo se han establecido todas las Misiones, es en lo único que nos hemos de fijar, para resolver acertadamente sobre el particular. El colocar a los Misioneros en medio de las selvas y entre los indios habitualmente, seria juzgado por todos, a más de imprudente —pues difícilmente se conseguirla el fin—, de temerario e inhumano. Espero, Sr. Méndez, que interesado como usted está en el buen resultado de tan hermosa obra, y en que el Gobierno esté acertado en darle una solución conforme al fin que todos nos proponemos, al (1) Véase la nota anterior.
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