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MISION DE CUMANA.—CAPITULO VI 91 estas Misiones, son nueve los cinco o seis de ellos muy ancianos y en- fermos; por lo cual no puedeh volverse a sus Provincias y sólo están para que en una enfermedad se atienda a contribuir al seráfico celo, con que en servicio de Vuestra Majestad y de estas Misiones han gas- tado treinta y cuarenta años de edad con salud. La cuarta, porque para recoger estos enfermos y ancianos, y los que en tan trabajoso ministerio perdieron las fuerzas corporales, han pedido los Religiosos esta Doctrina, para fundar en ella el Hospicio que Vuestra Majestad les concedió por Cédula del año 1704, que sirva de receptáculo a los flacos y de hospedaje a los que vinieren de la Eu- ropa a emplearse en tan evangélico trabajo. La quinta, porque dicho pueblo (que tiene como sesenta años de fundación) siempre se ha experimentado fiel a los Religiosos, cons- tante en la fe, y de mucho espíritu para resistir a los infieles de su comarca, y ayudar (como lo han hecho y harán) a dichos Padres a entrar en las montañas, para reducir a los innumerables bárbaros de que están llenos estos contornos, sirviéndoles de escolta, ya que por ahora no se puede fundar la ciudad o villa, que es tan necesaria para freno de la fuga de los reducidos y escudo a las invasiones de los in- fieles. La sexta, porque cerca de dicho pueblo se están fundando actual- mente y casi de su propio inotu dos Misiones de indios bárbaros, en- tre los cuales hay ya muchos bautizados y yo confirmé algunos. Con que parece que con la tenue ayuda y escolta de los indios de dicha Doctrina (le Santa María, y la mansedumbre que hoy muestran los in- fieles, pues ellos mismos fundan los pueblos y piden los Padres, po- drán estos Religiosos propagar mucho la fe en tan dispuesta y sazo- nada mies, como yo he Visto ocularmente el día primero del presen- te mes. Pero, Señor, se frustrarán estas disposiciones y pacificación de los infieles, como también el católico celo de Vuestra Majestad en propa- gar la fe, si cuanto antes no manda Vuestra Majestad que de cualquie- ra de las Provincias de Europa vengan Religiosos Capuchinos a ejecu- tar la cosecha de almas infieles, que Dios tiene hoy tan dispuestas a recibir su fe católica. Porque es imposible que sin veinte o veinte y cuatro Religiosos operarios, puedan los tres o cuatro que quedan mantener las cuatro Misiones vivas recién fundadas, y el pueblo de Santa María en que han de erigir su hospicio. Y puedo asegurar a Vuestra Majestad que estos Religiosos son dignos de la atención (le Vuestra Majestad, porque con su estrechísi- ma pobreza e infatigables trabajos, riesgos de la vida, celo apostólico y ejemplo religiosisimo, han recibido todos los sobredichos Religio- sos, han muerto con el bautismo y otros Sacramentos (sic). Asimis- mo con la edificación no sólo de los pueblos vecinos de Españoles, sino de los indios demorados; y que en la presente ocasión con resig- nación seráfica, obedeciendo las Reales Ordenes de Vuestra Majestad,

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