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86 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA no sólo no habían abandonado sus tareas apostólicas, sino que las Misiones de América iban en aumento espiritual y tempo- ral. Pasaron de doscientos los religiosos que en ese lapso de tiempo fueron a predicar a los gentiles de América, y "fun- daron cerca de cien poblaciones, bastantemente numerosas, sin haber costado al Patrimonio Real caudal alguno", ni para sacar los indios de los montes, ni para poblanos, ni para los ornamentos de las iglesias, todo lo cual se procuraban los re- ligiosos como mejor podían, con limosnas de los bienhecho- res; y aun los fletes para ir a la Misión corrían por cuenta de los religiosos (1). Las almas bautizadas en esos sesenta y ocho años pasan de "cien mil, según consta en los libros de bautismos de dichas poblacioçs, en las cuales hay otras tantas iglesias, en que ca- cada día se celebra el santo sacrificio de la Misa con la solem- nidad que se puede; las Procesiones entre año y las demás funciones eclesiásticas, como en las parroquias de España". 2. No solamente en el orden espiritual fué beneficiosa la obra de nuestros Misioneros, sino también en el social y po- lítico, enseñándoles a leer, a cantar y tocar con primor va- rios instrumentos de música, con los que contribuían a dar mayor esplendor a los oficios divinos; les pusieron sus alcal- des y cabos para que los amaestraran en el ejercicio de las armas y pudieran defenderse de sus enemigos; y finalmente pacificaron completamente a los indios, siempre en lucha contra los españoles, hasta que llegaron los Capuchinos. "Uno de los beneficios grandes, que han recibido los españoles que habitan aquellas tierras y trafican por ellas, por sus ríos y costas de mar, es el haber allanado los pasos y pacificado aquellas gentes bárbaras los Capuchinos, de calidad que pueden ya seguramente cami- nar y comerciar por mar y por tierra por el espacio de muy cerca de quinientas leguas. Siendo así que (le antes no podían dar paso sin ma- nifiesto Peligro de ser muertos, robados y perseguidos de los indios gentiles: y en tanto grado, que los vecinos de los pueblos no se atre- vían a salir de sus casas a hacer sus labranzas, ni aun por agua a las fuentes o ríos, sin llevar escolta de armas, como allá es notorio. Esta y otras utilidades deben a los Capuchinos; y no menos los indios, que recogen a las poblaciones, a los cuales instruyen continuamente no (1) Anguiano, Crónica, pág. 178 y sigs. Véase nuestro tomo 1, página 374.

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