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82 LOS FR7NCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA se reunía el Cabildo eclesiástico y muchos seglares para ir a recoger los restos de las víctimas, creyendo que no hallarían más que los huesos (1). 5. Grandemente difícil era la situación de los Misione- ros de Cumaná en todo este tiempo; tennn que vencer la obstinada resistencia de los indios, unidos a veces con los franceses, y además carecían de recursos para el manteni- miento y desarrollo de las Misiones. Pues, aunque se había dado en 1696 una Cédula Real ordenando enviar cada año y para cada pueblo cierta cantidad de cmestibles, o se les satis- ficiese por las Reales Cajas de Cumaná lo equivalente, no se cumplió con esta disposición; por lo que el Real Consejo de Indias, en vista de que no se habían hecho debidamente los pagos, insistió de nuevo en 1704 al ,Gobernador de Caracas, mandándole "que cumpláis y observéis puntualmente lo contenido en la Cédula preinserta, asistiendo a tos Misione- (1) "En el ínterin, juntándose muchos Eclesiásticos y seculares, fueron a recoger los huesos de los dos difuntos, creyendo que ya no hallarían otra cosa, para darle sepultura eclesiástica. Llegaron al pue- blo (le San Miguel, y le hallaron desierto, y pasando a la casa donde el santo Padre había vivido, la hallaron reducida a cenizas. Enmedio de eso cavaron, para ver si encontraban los huesos o parte de ellos; y hallaron el cadáver del V. Padre tan entero y sin rastro de corrupción, corno si entonces le acabaran de matar. A esta maravilla se siguieron otras portentosas, con que Dios quiso manifestar cuán grata había sido a sus ojos la vida y muerte de este su siervo. Porque sobre no haberle ofendido el fuego a su cuerpo, sino sólo charnuscádole una punta de la barba, hallaron reducido a ceniza todo el hábito, excepto una cor- ta parte de la manga izquierda en que tenía unas santas reliquias. Los paños menores interiores, con ser de lienzo, quedaron enteros y más blancos que la nieve. Por último, apenas sacaron el cadáver de entre la ceniza, cuando comenzó a verter sangre viva y en abundan- cia por todas las heridas, que recibió, quedando pasmados y atónitos todos los circunstantes, y dando repetidas alabanzas a Dios, viendo y considerando tantas maravillas, y todas tan singulares y dignas de ponderarse". Termina este relato el P. Anguiano diciendo: "Conodile (como a otros muchos (le quienes he hecho mención hasta aquí, y la haré en lo restante de esta obra), de él he oído referir varias virtudes.... Su cuerpo fué llevado con júbilo y alegría a la ciudad de Cumanacoa, donde lo depositaron y guardan como un precioso tesoro. . . . Hízose información jurídica de todo, y se remitió a Roma, para que la pre- sentase a la S. Congregación de Propaganda Fide el Rvdmo, P. Procu- rador General de nuestra Sagrada Religión, como lo hizo". Anguiano, Crónica, págs. 150-1. En la vida del P. Carabantes se dice que el P. Miguel de Albalate fue su Maestro de novicios en Tarazona, lo que supone grandes mé- ritos para llegar a puesto de tanta confianza.

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