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MISION DE CUMANA.—CAPITULO y 79 Llegaron estos Misioneros en momentos difíciles, pues es- taban aún sin cicatrizar las heridas de la pasada guerra, y no era posible hacer mucho fruto entre aquellos infelices indios, por lo cual resolvieron, de acuerdo con el Sr. Gobernador y el Ilmo. Sr. Obispo de Puerto Rico, que pasaran algunos Misio- neros a comenzar las Misiones de la isla de Trinidad, y el P. Ildefonso de Zaragoza y el P. Vistabella se trasladaron a la Misión de Los Llanos de Caracas. El año de 1680 regresó de nuevo a Cumaná con sus obras impresas el P. Francisco de Tauste, acompañado de algunos Misioneros, que debieron ser los siguientes, según se despren- de de la Crónica del P. Anguiano (1): PP. Miguel de Albala- te, Pedro de Albalate, Francisco de Barcelona, Lucas de Vich, Esteban de San Feliú y Bautista de Lira. Los cuatro últimos pasaron a la Misión de Trinidad, y el P. Miguel de Albalate fué destinado para fundar un pueblo de indios en el Valle de Cumanacoa. Con el fin (le conservar la paz en los pueblos de la Mi sión, acordaron los Padres para precaverse de los inconve- nientes que se seguían de juntar indios de varias naciones en una misma población, que en adelante se separasen, a fin de que se miraran con más cariño, por ser todos de una mis- ma raza y lengua. 3. En virtud de este acuerdo, y habiéndose sacado de los montes muchos indios coacas, el Superior de la Misión ordenó al P. Miguel de Albalate que los reuniese en un lugar ameno y a propósito para una población, dos leguas distante de Cumanacoa y ocho de Santa María de los Angeles. Ya fun- dada la población, con el titulo de San Miguel (2), se junta- ron buen número de indios. Empezó el Padre a catequizar e instruir a los adultos, y bautizar en ella los párvulos; en es- tos ejercicios se hallaba trabajando continuamente, cuando el día 5 de febrero de 1683 vinieron a la población unos cuan- tos bárbaros para sacar de ella a los indios poblados y vol- verlos a los montes y a sus antiguos vicios. Presentáronse al (1) Véanse las páginas 148 y siguientes. (2) Según el P. Torrelosnegros, esta Misión se llamaba El Sal- vador. (Véanselas págs. 117-8 de este tomo).

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