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MISION DE CUMANA.—CAPITULO IV 61 "Al principio de la fundación de Santa María.... se hallaba la Provincia de Cumaná padeciendo las hostilidades y baterías (le los indios, que referimos en su lugar. Después, hasta el año de 1669, se gozó de paz y sosiego en toda ella, doincsticáronse los indios, y se for- maron las poblaciones que quedan mencionadas. En el discurso de estos diez años pudieron libremente tratar y contratar en toda la Pro- vincia los Españoles y los indios; éstos venían a comerciar a las ciuda- des, y los españoles iban a sus tierras. Abriéronse caminos para todas partes, y especialmente para los llanos, sitio de donde se han sacado innumerables vacas, sebo y corambre; con cuyos medios se sustentó en ese discurso (le tiempo toda la Provincia, los castillos y fortalezas, y se pagaron los salarios de los Ministros reales. Todo lo cual (des- pués de Dios) se debió a la solicitud y continuos desvelos de los Capu- chinos (1)". Esto mismo dice el P. Carabantes en su Carta al Marqués de Aytona: "La primera, haber asentado y conseguido de aquellos bárbaros belicosos, a persuasión de los religiosos Capuchinos de nuestra Mi- sión, no sólo la paz y amistad con los Españoles, sino rendidose tam- bién a la obediencia y vasallaje del Rey Católico nuestro señor, cuya función han hecho los principales Caciques de aquellas Naciones en presencia de sus Gobernadores que ha tenido y tiene Cumaná, de que son abonados testigos Don Juan de Viezma y Carvajal, que al presente asiste en España, y Don Juan Bravo de Acuña, Gobernador actual de dicha Provincia de Cumaná, los cuales y otros muchos Ministros Reales recibieron (en nombre de su Majestad) la paz y obediencia de los Ca- ciques de aquellas Naciones. Y asimismo la han dado los indios Ca- ribes que hasta entonces no dejaban vivir en aquellas costas a los Es- pañoles, persiguiéndolos por mar y por tierra, degollando los que po- dían coger, asándolos y comiendo sus carnes. Acción conseguida mi- lagrosamente por nuestros Misioneros, no sin grande admiración así de los Españoles que viven en aquellas provincias, como también de los mismos Caribes, que hasta entonces no hablan imaginado tal cosa. Y es esto tan ponderable que uno de ellos, Cacique de buen entendi- miento y de gallarda presencia, dijo al tiempo de dar la obediencia (1) Anguiano, Crónica, pág. 121. "Desde el principio de nuestra Misión hasta el año de 69, se gozó de alguna quietud en toda esta Provincia con todas las Naciones de ella, las cuales con el trato de los Religiosos se domesticaron de modo, que por donde quiera andaban libremente los españoles, trataban y contrataban con los indios sin el menor riesgo, y as¡ Caribes como los demás naturales iban a las ciudades de los españoles; abriéronse ca- minos para todas partes, y para los llanos, de donde se han sacado tan innumerables vacas, corambre y sebo, de que se ha sustentado toda esta Provincia y las fuerzas (le su Majestad; todo a diligencia de los Reli- giosos". Relación cit. de 1678, pág. 96.

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