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MISION DE CUMANA,—CApITULO Hl 51 jos, ni mandarles hacer cosa alguna. Todos ellos comen poco, pero tie- nen una horrenda costumbre de beber hasta embriagarse, de que se originan ruidos, odios y muchas muertes. 6. Estas eran las costumbres y modo de vida de los moradores de aquellas tierras, hasta que entramos los doce Capuchinos, que fui- mos enviados, y todos hemos padecido y tolerado indecibles traba- jos, antes de poder dar principio a la Misión, hasta el año de 1662. Fué tan poco lo que se pudo hacer en ellos que se reputa por nada; una de las causas fué, porque aquellas gentes son muy enemigas de extranjeros, y por esta causa hemos tenido los Misioneros muchos trabajos, aumentados por los grandes e inaccesibles montes, que Sir- ven de muralla para su quietud y seguridad, no hay sendas ni cami- nos abiertos Para poder entrar en aquellas tierras (1). Luego la falta (le comida y do bebida, y éramos obligados a sustentarnos con las ralees de los árboles: luego se encontraban culebras y serpientes grandísimas, y otra mucha diversidad de animales horribles y vene- nosos, que encontrábamos; a que se seguía el encuentro y inaltrata- (1)"Entre tanto que consiguieron esto dichos Religiosos, los restantes de ellos trabajaron con notable valor y constancia en la Pro- vincia de Cumaná, haciendo diversas entradas en las tierras (le los in- fieles de esta Provincia, los cuales han sido siempre indios muy bár- baros y,tan belicosos que nunca los habían podido conquistar ni su- jetar los Españoles aunque lo intentaran diversas veces los que viven en las ciudades de dicha Provinia. Y aun por mirar dichos indios a los Religiosos como a Españoles enemigos suyos, padecieron más de lo que se puede significar en las varias entradas que hicieron en las tierras de dichos indios bárbaros, de quienes eran siempre mal reci- bidos y peor tratados, no sólo de palabra sino de obra, y muchas ve- ces estuvieron ya dispuestos para quitar la vida a los Religiosos, y aun los indios Caribes para asarlos y comerlos, y lo hubieran logrado si milagrosamente no les hubiera Nuestro Señor conservado lavida, co- mo sucedió entre otras ocasiones una que al ir a uno de dichos Reli- giosos, le vieron de repente asistido y cercado (te personajes de tanta majestad y respeto (como ellos mismos después publicaron) que por esta causa no se atrevieron a ejecutar sus intentos, Aumentaba el trabajo de dichas entradas ser las tierras dobladas con montes asperísimos; los Caminos no se hallaban, y si se encontra- ba con alguna senda estaba tan llena de espinas y tan rigurosas, Que solían sacar cuero, carne, y sangre a un tiempo, y si faltaba (le esto sobraban por aquellos caminos culebras de extraña grandeza y vene- nosísimas, y tigres tan fieros que sujetan y matan toros y caballos muy bravos. Asimismo se encontraban a cada paso pantanos y tales que se metían en ellos los Religiosos (sin saber cómo) hasta cerca (le la cin- tura, y a veces era menester mucho tiempo y ayuda para salir de ellos. Después se seguía por alivio de tan pesados caminos encontrar con los bárbaros, que trataban a los Religiosos tan mal y aun peor de lo dicho. El sustento era las más veces todo un día un poco de pan de raíz de árbol, tan áspero que al pasarlo parece iba aserrando la gar- ganta. Algún indio hubo que por humanidad o inhumanidad puso a los Religiosos para que se reparasen (le tanto trabajo, a más de dicho pan, un guisado todo de, pimientos muy fuertes". (Carta al Marques de Aglona).

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