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50 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA por esta causa, y usar de muchas mujeres, no los pudiera sustentar la tierra, ni cupieran en ella; pero con los contagios presentes se mino- ran más que mucho; y cuando entramos la primera vez a explorar aquella tierra, la inclinación y ánimo, se hallaron, antes que nos deja- ran vivir en su tierra, haber muerto con la gente innumerable gentío, en tanto grado que de cien personas, apenas quedó una. Los difuntos los enterraban los parientes en sus mismas casas, celebrando el entierro llorando, y dando grandes voces los parientes del difunto: los amigos cantan los hechos mayores del muerto; por aniversario abren las sepulturas y queman los huesos haciendo gran- des convites y diversidad de bebidas y el fin suele ser una confusión. Cuando muere algún Capitán o príncipe, tienen por costumbre matar a uno por vengarse de la muerte del difunto. Entre los indios Cari- bes, si muere algún príncipe de su Nación, matan a la mujer más que- rida del difunto, y la entierran con él. En estas Naciones nunca se ha visto escritura, ni testamento, porque ignoran el arte de escribir. Abo- rrecen mucho la posesión (le los bienes, que los parientes (cuando vi- vían) usaron. Los caballos y animales del difunto los mataban y los en- terraban con él: otros los daban a los extraños, y nunca a los parientes. Todos estos bárbaros viven sin política alguna, sin tener ni usar ministros de justicia; cuando mataban alguno, el pariente más cerca- no es obligado a hacer justicia, matando al matador, que viene a ser venganza y n'o justicia. En lugar de armas, usan de arco y flechas, con gran destreza, hombres y mujeres; son de grandes fuerzas, de es- tatura son mayores que las personas (le Europa; son muy pacientes y sufridos en los trabajos y enfermedades. Hablan muy poco, tanto que parece negligencia, a lo cual les ayuda su lengua que en pocas pala- bras manifiestan muchas cosas. Son los más pobres de todas las Na- ciones que el mundo tiene, y como tales comen y beben, con ser la tierra donde viven muy fecunda, y con poco trabajo les da grande abundancia (le manjares y comida; pero son en trabajo omisos y pe- rezosos. Las delicias, que cuestan trabajo, no las estiman, antes las aborre- cen, y con ser tan pobres, son muy liberales, y con gusto dan a otros lo que tienen, y por esta causa viven con sosiego sin el uso del dine- ro, porque lo que han menester unos, se lo dan los que lo tienen con generosidad; y el no hacerlo así fuera desdoro e infamia; y lo mismo juzgan de los que no reciben de lo que generosos les dan. Ningún gé- nero de hurto se reconoce en ellos, porque son opuestos en gran ma- nera a este modo de obrar; tienen de todos buen concepto y con se- guridad dejan sus casas solas y abiertas por semanas y meses enteros con todas sus alhajas; son todos rudos y no fáciles de reducir; la me- moria es infeliz, y por esta causa tenemos gran trabajo en enseñarles las Oraciones, los Misterios de la Fe, y otras cosas forzosas y necesarias. Tienen poca obediencia a sus padres; y son mal sufridos si los re- prenden; y por esta causa no se atreven los padres a corregir sus hi-

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