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MISION DE CUMANA.—CAPITULO III 47 y Aragón; la cual Misión está en las provincias de la India Occiden- tal, que se llaman Cumaná y Caracas, Guarapiche, Aragua, Amaná, etc. Y dice, dando principio, que aun no ha trabajado en esta Misión más que diez años; le dió Principio Fr. Francisco de Pamplona, Capuchi- no, que, hallándose en esta Corte Romana, se la dieron VV. Eminen- cias, señalándole para ella la isla (le Granada, con licencia (si no era recibido en ella) de pasar él ji sus coin paileros a otras tierras de in- fieles, donde no hubiese Misión. Y habiendo conseguido esta licencia, después de haber andado por mar y tierra con gran trabajo, hasta lle- gar a la isla referida, y por no haber sido recibidos en aquella tierra, usando de la facultad concedida, pasó con sus compañeros; y des- pués de haber navegado tres días, llegaron a la provincia de Cumaná. Consultaron la causa de su venida con el Obispo de aquellos te- rritorios, y con su licencia y consejo pasaron a las tierras más cer- canas de los indios infieles, entre los cuales trabajaron mu- cho, y fué más lo que padecieron con gran valor y constancia por al- gunos años, que el fruto que sacaron. Fué Dios servido, después de tantos trabajos que padecieron los Religiosos (entre los cuales murió Fray Francisco de Pamplona el año de 1651) de inspirar a la Majes- tad Católica de Felipe IV, que enviase seis Religiosos (le la Provincia de Aragón, y otros tantos (le la de Andalucía, y todos llegaron al pa- raje de la Misión, que era todo de indios infieles. 3. Lo primero que debo decir es que estos indios viven en una parte del mundo llamada generalmente América; la cual corre por el gran Río Orinoco, y el Reino de la Nueva Granada, en distancia de cuatrocienths leguas (le Oriente, y de Septentrión, a Mediodía, se tiene por cierto es mucho mayor la distancia, y de cierto hasta ahora no se ha conocido: divídese en varias provincias, como quedan nombra- das. Toda aquella tierra es mucho más que buena y fructífera; pero sus habitadores son muy perezosos y omisos en cultivarla, porque se contentan con muy poco. Tiene muchos ríos grandes y pequeños de excelentísima agua, muy sana; tiene gran variedad (le árboles, y nin- guno tiene semejanza con los que se conocen en Europa; algunas ár- boles de aquella tierra son semejantes a los del Paraíso, porque dan todos los meses del año nuevos frutos, uno se llama cacao, otro coco, otro papayo, elaya9 frutas son muy buenas y gustosas, y todo el año se conservan con ni 'r1'-rno de las hojas sicmpre verdes, y los campos floridos y con mucha yerba; el temple de la tierra comunmente es sana, muy alegre y graciosamente vistosa; en ella no se reconoce frío en tiempo alguno, ni es excesiva (le calor, aunque la tierra no está más en diez u once grados. Es tierra muy para gran diversidad de frutos; pero como los que la habitan no la cultivan, comen y beben muy pobremente; sus manja- res SOfl (le muchas yerbas y raíces (le tierra, pescado poco, y lo mismo la caza de aves y otros animales; pan del trigo de Europa no lo conocen

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