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42 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA más a propósito; devorado de la sed, alargó la mano y cogió una hojita del primer arbusto que se le ofreció para ponerla en la boca y refrescar la lengua, y apenas la aplicó a sus la- bios, se sintió tan fuerte y robusto, que tomando Ja delantera a su compañero, que apenas lo podía seguir, no pararon hasta llegar a Santa María de los Angeles, donde estaban los de- más Religiosos; y luego que llegó, cayó en cama y estuvo en mucho peligro de muerte por la gran debilidad. 5. Estos viajes y entradas, aunque muchos indios lo lle- varon a mal y los quisieron flechar y matar varias veces; otros, sin embargo, se les aficionaron mucho; pero por temor a los descontentos, no se atrevieron a llamarlos a sus tierras. No obstante, estas excursiones fueron de grande utilidad, pues los Misioneros habían recorrido toda la región, y eran ya co- nocidos de las diversas naciones de indios que poblaban el país. Una de las mayores dificultades que hubo que vencer en estos principios, en la Misión de Cumaná, fué la de componer unas naciones con otras; pues, como es gente tan libre, que apenas reconoce cabeza, ni tiene más ley ni razón que su libre albedrío, lo que unos aceptan, los otros lo rechazan. Había mu- chos indios que deseaban poblarse, pero otros se enojaban cuando se trataba de eso; por esta razón adoptaron los Padres irlos Poblando por naciones separadas. 6. Por este tiempo llegaron a Caracas los religiosos (le la malograda Misión (le Arda, en Africa; el P. Prefecto man- dó a los PP. José de Nájera y Agustín de Villabáñez a la Mi- sión de Cumaná para ayudar a aquellos Misioneros, que eran muy pocos, pues el P. Pedro de Berja se habla trasladado a la Misión de Los Llanos (1). Luego que llegaron los Misione- (1) Los PP. José de Nájera y Agustín de Villabáñez y el herma- no lego Fr. Cipriano de Madrid, llegados a Caracas en los primeros meses de 1661, pertenecían a la Provincia de Castilla, como también el P. Miguel (le Madrid, que vino después (le la Misión del Darién; los tres primeros fueron agregados a la Misión de Cumaná, donde ayuda- ron a formar algunas poblaciones, hasta que llegaron de España nue- vos Misioneros. Trasladados posteriormente a Los Llanos, trabaja- ron con grandísimo éxito, como dejamos anotado en el T. 1, págs. 86-9 y 142-45. Véase la Crónica del P. Anguiano, p. 117.

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