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MISION DE MARACAIBO.—CAPITULO VI 413 No bastó proponerle la Misión en su continuada buena fe mien- tras que S. M. resolviese lo que fuese de su agrado. Por el contrario declaró en fqrrna de Ley, que los Sacramentos suministrados por los Misioneros a los Indios Baptizados son nulos, y de consiguiente que el Misionero incurre en suspensión, excomunión e irregularidad. No se nos oculta a los Misioneros que todo este aparato de es- crúpulos se encamina a despojar a la Misión (le tres utilísimos flo- recientes pueblos, que la misma Misión ha fundado en el Río Zulia llamados Santa Bárbara, La Victoria y Santa Cruz, para entregarlos al Cura que existe en una villa nominada San Carlos en el mismo Río, que siendo principiada en el mismo tiempo que nuestros Pue- blos y con más de seiscientos vecinos, no han hecho hasta el pre- sente Iglesia, y la Misión la tiene en cada pueblo lucidisima, cual se requiere para celebrar los Divinos Oficios, con sus devotas imágenes, Altares, alhajas y demás ornamentos que mueven sensible- mente la piedad de Indios y de los que no lo son. Ya hemos convenido evitar estas conferencias, inteligenciados de su ninguna utilidad y que nos empeñan a propasar los términos de- bidos; tanto, con mejor verdad, que siempre las disputas quedan in- decisas. No será así si dichas conferencias se tuvieran en presencia del Sr. Gobernador y su Asesor, con asistencia de dos Teólogos y un ju- risconsulto por las partes. Concluyamos que el fin es apoderarse de los pueblos para colocar sus clérigos. Dios guarde a V. C. muchos años que le desea su amado discipu- lo y humilde súbdito, Fi,. Javier de Cervera, Fr. Miguel de Tudela, Conz. Fr. Serafín de Villalba, Conjuez". (Siguen las copias de los do- cumentos que llenan 50 páginas in folio). Quizás el ardor de la lucha por la independencia, que por entonces estaba muy viva, había exacerbado los ánimos y llevaron al Ilmo. Sr. Obispo a exagerar más de lo debido sus derechos y prerrogativas. Sin embargo, a los pocos años se convenció de lo necesario que eran los Misioneros y la falta que le hacían a su Diócesis presentando (12 de marzo de 1824) fa siguiente solicitud para que fuesen restauradas las Misiones (1): "Excmo. Señor y Señores de la Honorable Cámara del Senado. Al presentar la adjunta del Procurador General de Veles, la ne- cesidad de mi I)iócesis me obliga a hacer presente que, sin el auxi- lio de las Religiones, me es imposible ocurrir al pasto espiritual (1) "Documentos para la historia de la Diócesis de Mérida", re- cogidos y publicados por el Ilmo. Sr. Dr. Antonio R. Silva. T. Y!, pág. 199. Mérida, 1922.

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