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40 LOS FRANCISCANOS CAPUCHTNOS EN VENEZUELA Cuando oyó el compasivo hombre tal cosa, se le extremeció todo el cuerpo, y díjoles que se los vendiesen y no los matasen; llevaba dos caballos consigo, y en pago de los niños se los ofreció; ellos, no qui- sieron darlos; ofrecióles cuanto llevaba consigo, hasta la ropa con que se vestía, y ni por eso quisieron darlos, antes fueron a su borrachera o bebida, y allí los mataron y comieron. Quedó el hombre espafíi!'afli- gidísimo de ver tan horrenda crueldad, y yo cuando me Jo contó con la pena que se puede imaginar; pero estas son cosas que entre estos feroces bárbaros uceden cada (lía". Prosigue la Relación refiriéndonos sus extrañas ceremo- nias cuando muere alguno, en particular si es de los que ellos tienen por capitán (1); pues matan todos los animales domés- ticos que tenía el difunto, y también los indios o indias, que eran sus esclavos, y una de sus mujeres, si tenía varias; tar- dan tres o cuatro días en enterrar el cadáver, al cabo de los ¡cuales se reunen los parientes y amigos, y se reparten las flechas, aljaba, pieles y demás objetos del difunto, y después llevan sus restos a la morada de los muertos con muchas dan- zas, cantos y lloros, entonando cánticos fúnebres en loor de las hazañas que ejecutara. 4. Grandes fueron las dificultades que encontraron los Misioneros en sus excursiones por las tierras de estos indios y muy evidentes los peligros a que se exponían de perder la vida; sin embargo, luego que pudieron consolidar la Misión de Santa María de los Angeles del Guácharo, el P. José de Carabantes, acompañado de algunos indios reducidos, em- prendió una trabajosa jornada a través de serranías y mon- tañas, pasando por diversas naciones, llegó hasta los Farau- (1) "Para elegir caudillos o capitanes usa esta nación (los cari- bes) de unas pruebas y ceremonias tan crueles, como son, después de un largo ayuno, darles una tutuma o tazón de ajíes o pimientos for- tísinios, desleídos; y esto beben sin la menor demostración de su ar- dentía y acrimonia. Al mismo tiempo les echan en la hamaca una porción de hormigas mordedoras, entre las cuales están desnudos el tiempo que les pareciere conveniente, sufriendo sus fortísimas pica- duras; y, si en las pruebas no muestran flaqueza ni cobardía, les acla- man por superiores y Capitanes, sujetándose a sus órdenes con ciega obediencia". (P. Caulin, historia Corográfica, natural y evangélica de la Nueva Andalucia...., pág. 86).

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