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MISION DE MARACAIBO,..—CAP1TULO y 393 tra los españoles, sin que los irrite el odio contra la Ley de Cristo, pues no le conocen. No siendo de desestimar el provecho que dicha es- colta fija podía traer para el adelantamiento de la historia natural y utilidad de los vasallos de V. M., pues con su resguardo podrían más frecuentemente los Misioneros penetrar el territorio ocupado los por bárbaros, hacer varias observaciones y descubrimientos en las yerbas, raíces, gomas, resinas, aceites y otros específicos medicinales, y notar la variedad de animales cuadrúpedos y volátiles, que sin duda hay al- gunos muy raros en tan extendido país. La utilidad de los vasallos sería notoria; pues por el río Apón, que tienen su origen en unas grandes acrranías entre Poniente y 'Norte de Maracaibo, y todo él está ocupado por los gentiles, se podrían condu- cir con facilidad hasta la Laguna de Maracaibo (donde desagua) va- riedad de maderas útiles y preciosas que a sus vertientes y orillas se crían, como cedros, veras, Caobas, gateados, ébanos y otras muchas. Finalmente, Señor, sin la referida Escolto parece moralmente im- posible plantar la Fé en esta dilatada Nación; porque como la Fé ha de entrar por el oído, y el Idioma de los Motilones es totalmente diverso de el de nuestros Cathecurnenos, segun que estos ultimes han observado en algunos reencuentros, que con aquellos han tenido, no podrán los Misioneros aprenderle, interin que con el resguardo de la Escolta no se establezcan en su territorio. Del mismo modo será menos difícil extender el Christianisino con dicha Escolta en las (leIflás Naciones Gentiles, que tienen su domi- cilio en la Provincia de Maracaibo, como son los Indios Choques, que ranchan en las vertientes, y vegas del Rio Apon, entre Poniente, y Norte (le Maracaibo: los Sinamaicas en las vegas del Río Sucui al Norte de dicha Ciudad: los Aliles a las margenes de una Laguneta que forma el ultimo Río; y ultimamente los Cocinas a las margenes del gran Lago de Maracaibo. También en las Colonias de Indios recien convertidos, que los Misioneros de Navarra tienen a su cargo, entran a comerciar los Blancos, y varias castas de Negros, Mulatos, y Zambos, y se han sa- bido con harto de dolor de los Misioneros, los fraudes y trampas que en razón de compras y ventas han hecho a los infelices Indios, inca- paces por su mucha rudeza de apreciar las cosas, como en si me- recen: por lo que seria bien, que V. Al. mandase que ningún Blanco, ni otra casta pudiese comerciar con los Indios sin la asistencia del Misionero, que como Tutor y Curador cuidase que se diese al su- dor de aquellos pobres miserables el precio justo del Maíz y otras cosueias que vendiesen. Todo lo arriba dicho me ha parecido presentar a la alta com- prehesion de V. M. en fuerza de mi obligacion, y como fiel Vasallo de V. M. Y siendo lo expresado cierto, y digno de la Real piedad y atencion:

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