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392 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA Primeramente, Señor, la Misión de CaVuchinos de Navarra tiene a su frente por la banda del Mediodía la dilatada y numerosa nación de indios gentiles, llamados Motilones: extiéndese tanto esta numerosa nación, que ocupa un vasto territorio de más de trescientas leguas de circunferencia: estos bárbaros hacen sus ordinarias correrías contra los blancos, o españoles, ya hacia la Villa de Ocaña en la Provincia de Santa Marta o Cartagena, y ya en las inmediaciones de Barinas, villas de San Cristóbal, y La Grita de la Provincia de Maracaibo, haciendo las hostilidades que son notorias en esta última Provincia en las ha- ciendas de cacao de Gibraltar y, Valles de Santa María, y otros, con muerte de muchos esclavos trabajadores, tanto, que por no poder los amos reponerlos para el cultivo de sus haciendas, se ha1ln ochenta y tres de estas abandonadas en solos los Valles de Gibraltar, Santa Ma- ría y Río Chama. Es esta nación tan fiera e implacable contra los españoles, que lo mismo es verlos que disparar contra ellos una infi- nidad de flechas, corno varias veces se ha visto en diferentes comer- ciantes, que de la Villa de Cúcuta, del gobierno de Santa Fe de Bogotá, bajaban as cacaos por el río Zulia a la laguna de Maracaibo. Esta bárbara nación pudiera, Señor, poco a poco domesticarse, y ser atraída por los Misioneros al suave yugo de la fe de Jesucristo, y obediencia de V. M. si a la expresada Misión de Capuchinos de Nava- rra se proveyese por V. M. de una escolta de doce o catorce soldados, que pagados de las Reales Cajas estuviesen siempre a disposición de los Misioneros, para que éstos, cuando les pareciese oportuno, pudiesen con su resguardo penetrar en el territorio de los bárbaros, y hablándo- les con la suavidad propia de su carácter, irlos poco a poco amansan- do - con los donecillos propios de su genio, y otros arbitrios de la cari- dad cristiana. Esta escolto, Señor, parece precisa para la seguridad de los Misio- neros, y adelantamiento del cristianismo, ya porque así lo contempló V. M. necesario en las Misiones de Meto y Casanare de la Compañía de Jesús, las de Barinas de Religiosos Dominicos, y las de Capuchinos de Santo Tomás de Guayana, que todas tienen escoltas fijas a sueldo de V. M. ya porque de este modo se da providencia a la seguridad y cus- todia de las Colonias de los recién corvertidos, que si no viven en un continuo sobresalto por el temor de las incursiones de los gentiles: ni se atreven a acompañar y guiar al Religioso, cuando quiere ir en busca de los gentiles, sino con la escolta de algunos españoles, o blan- cos; y también los Neófitos o Catecúmenos se contendrían de este mo- do para no volverse tan fcilmente a su antiguo libertinaje en sus se- rranías o cuevas. Porque aunque todos los Misioneros están prontos a sacrificar sus vidas por la gloria de Dios y servicio de V. M., pero el mantenerse y exponerse a las entradas en busca de gentiles sin la referida escolto, no seria sino ser víctimas del furor (le los bárbaros, sin otro útil que dar materia para desahogar la cólera que tienen con- j

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