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MISION DE MARACAIBO.—CAPITULO IV 375 cual se hace indispensable que cuanto antes manden veinti- siete Misioneros sacerdotes para atender a dichas Misiones de Río Hacha. De estas noticias de la Memoria del Prelado se deduce claramente que los Capuchinos valencianos habían logrado, por el momento, reducir los indios de la Goajira, formando veintidós pueblos a costa de su salud y de sus vidas, pues sólo quedaban tres en condiciones de poder trabajar. 2. El 10 de octubre de 1774 se expidió una Real Cédula ordenando que se embarcaran los veinte religiosos Capuchi- nos que el Ilmo. Sr. Obispo de Santa Marta había pedido ci año anterior. Antes de partir de España esta expedición, obtuvieron licencia para que la Misión de Santa Marta fue- ra gobernada por el Provincial de Valencia. Según el tenor de la Bula de Adriano VI de 1522, todos los religiosos de cual- quier orden que fuesen, desde el momento que se embarcaban, se ponían bajo la jurisdicción del Rmo. P. General, debiendo elegir ellos mismos el superior que en las Misiones les ha-. bia de gobernar. Por lo que toca a los Misioneros Capuchinos españoles, el Rmo. P. General delegó todas sus facultades en el M. R. P. Provincial de Andalucía, por residir en el mismo puerto de Sevilla, punto de embarque de los Misioneros, pues todos los buques que iban a Indias debían partir de aquel puerto. Es- ta delegación fué ratificada el 16 de junio de 1671 por el Rmo. P. General, Esteban de Calasara; Su Majestad el Rey con- firmó también este nombramiento, con el titulo de Comisario General de las Misiones, en Real Cédula de 26 de octubre del año 1662 (1). El fin que se propusieron con esta resolución era lauda- ble: dar unidad al gobierno de las Misiones y facilitar las gestiones con el Consejo de Indias, que, segun la misma Bu- la de Adriano VI, tenía intervención en todo lo referente a las Misiones. Sin embargo, en la práctica ofrecía grandísi- mas dificultades, siendo la principal que, no teniendo los Provinciales de España ninguna intervención en el gobierno de las Misiones, levantaban la mano de ellas y no apoyaban (1) Véase P. Valencina, Reseña histórica, 1. V. p. 226.

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