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MISION DE MARACAIBO.—CAPITULO II 359 tenga por su siervo y mándeme todo lo que fuese de mayor servicio de Dios y de su agrado—Maracaibo, y mayo 19 de 1700, —Fr. Mauro de Cintruénigo. Al margen—Mi prelado se halla en Macoa, sitio donde se hace el pueblo distante treinta leguas de esta ciudad, por lo cual ignoro la ocasión de escribirle. Suplico a V. Revma. Ilma. no culpe a falta el no haberle escrito antes, pues lo he ido dejando por creer pronto mi viaje a esa, no Previniendo las dificultades que vamos experimentando. Por amor de Dios suplico a Y. Revma. Ilma. que nos dé autori- dad en el interin que se presentan las Reales Cédulas del Rey mi Señor y una información del pueblo que hemos formado y nos dará las re- glas por donde he OS de gobernarlo, como hijos sumisos •de V. Revma. Ilma." 5. No fué tan próspera como Fr. Mauro se había imagi- nado la fundación de los indios Arotomos en el valle de los Maquaes, pues al llegar poco después las cuarenta familias de isleños al lugar citado, continúa el P. Anguiano, como iban a- compañados de algunos soldados de escolta, los indios Coya- mos que habían martirizado a Fr. Gregorio de lb¡, les pusie- ron asechanzas y emboscadas y por fin asaltaron el pueblo de los Remedios, que habían fundado, mataron al jefe de la escolta y a otros soldados e hirieron a varios más con flechas. Por esta causa el mismo año de 1700 los Misioneros bus- caron otro sitio apartado de los Coyamos y trasladaron el pueblo de los Remedios con las dichas familias de isleños y otras que se les agregaron de aquel territorio, después pobla- ron allí cerca a los indios Arotomos y Maquaes, en cuyas po- blaciones hay ya muchos bautizados y cada día se va aumen- tando la nueva cristiandad. Con esta providencia, dice en su informe el Cabildo de Maracaibo, lograron los Misioneros reducir a nuestra santa fe a los indios rebeldes, y muchas conveniencias para los espa- ñoles por ser muy productivos aquellos valles y a propósito para hacer sus sementeras. Mucho habían deseado los veci- nos de Maracaibo el ver reducidos los indios de aquella re- gión; así por el bien espiritual de sus almas como por la se- guridad propia y por la prosperidad del país, por ser terrenos fértiles y estar pobladas sus montañas de cedros, caobas y o- tras maderas muy a propósito para construir navíos y otros empleos.

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