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MISION DE GUAYANA—CAPITULO XII 321 zón también acababa de llegar con el Libertador. Este oficial vino con Piar en el escuadrón de "Dragones", donde ejercía las funciones de Mayor interino, y el 26 de enero en el hato de San Felipe, abando- nó 'su cuerpo junto con casi toda la oficialidad, para regresar al lado de Bolívar, por no querer continuar sirviendo a las órdenes de Piar. O'Leary en su narración atribuye el hecho a una mala inteligen- cia por Lara, que acababa de llegar a las Misiones, de las órdenes que fué a trasmitir. Se le dijo que los hiciera llevar a la Divina Pastora, Misión distante, y él entendió que lo que se quería era mandarlos a la eternidad. Montenegro primero y luego ]3aralt y Diaz aseguran que Bolívar, al saber que estaban allí los capuchinos, di jo: "Y por qué no los han matado?" o una frase semejante, y esto bastó para que Lara diera la orden de muerte. Briceño Méndez nada dice sobre este asunto en sus apuntes históricos. El Padre Blanco, al hablar de la materia, re- lata el incilente sin precisar quién dió la orden. Lara no sufrió cas- tigo alguno por este acontecimiento: continuó en el Estado Mayor y con tal carácter lo vemos acompañando a Bolívar en la sorpresa de Casac oim a. Bolívar, inmediatamente después de la muerte de los capuchi- nos, ofició a Piar, llamándolo para averiguar el hecho y castigar a los culpables. Bricefio Méndez, que era el Secretario de Piar, escribió la respuesta y en ella rechaza la imputación que podía envolver el sen- tido de las palabras del Libertador, y ofrece venir inmediatamente a hacer la averiguación debida. El Libertador regresa al Juncal y man- dó a Piar para Upata a donde llegó el 17. Luego.., un silencio pro- fundo se guarda sobre el asunto: nadie vuelve a hablar nada de él. En 1828, Obando hace a Bolívar culpable de esta muerte, y el Obispo de Popayán lo defiende achacándola a Piar, Lara y Monzón. El Padre Blanco no fija quién fué el culpable, aunque si se des- prende de su narración que ni él, ni Piar tuvieron parte en el hecho. Piar desaprobó la ocurrencia, así en Caruachi corno en Upata, y públicamente la atribuyó a Bolívar, de quien dijo no podía ser su a- migo después de semejante crueldad. Piar tuvo en su poder a los frailes desde febrero hasta mayo, y vinieron a morir cuando ya el Libertador' había asumido el mando general del ejército, y ni Lara, ni Monzón pertenecían a las fuerzas de Piar". 5. Conocemos ya por estas relaciones el gran crimen que privó a la Religión y a la Patria de esos abnegados y laboriosos obreros que lle- vaban tan en alto la Cruz redentora corno la bandera de la civilización y del progreso, del progreso que tanto se decanta; pero las balas ho- micidas que los destruyeron totalmente y sin conmiseración alguna, hirieron también a la Patria, en lo más profundo del corazón, hacién- dola responsable de crimen tan inaudito, Privándola de los importan-

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