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32 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA sioneros, pues les es forzoso intervenir en tales casos, para ponerlos en paz y desarmarlos, exponiendo su vida por ellos. La fiesta más ruidosa es cuando tienen algún matrimonio, pues es la única solemnidad que dan a la boda. Entre estos indios no tienen ninguna ceremonia religiosa ni civil, y sólo celebran la unión de los esposos con una bacanal. De ordi- nario son las mujeres las que buscan marido, aunque en al- gunos casos los padres obligan a la chica a casarse con deter- minada persona. El medio de que se vale la joven que quie- re casarse es ofrecer alguna comida o bebida al indio que pre- tende y, si acepta, trato hecho. No hacen caso de que la chi- ca haya tenido familia antes de casarse, sino que, por lo con- trario, lo miran como una garantía de que tendrán sucesión. Esta unión no tiene entre los indios carácter de indisoluble, y dura sólo el tiempo que cada una de las partes quiere; por lo que no ponen ningún reparo en separarse cuando se les antoja: la crianza y educación de los hijos no les preocupa absolutamente. Los indios son generalmente muy sensuales, y éste es otro de los vicios más arraigado en ellos: es raro el hombre que se contenta con una sola mujer, y dicen que necesitan varias, pues, si se enferman, no tienen quien les prepare la comida y las otras labores, porque entre ellos las mujeres trabajan en las labranzas, a donde llevan a cuestas sus hijos, en las labo- res de la casa y en todo; los hombres se dedican a la caza, a la pesca y a guerrear. Los niños, desde el día que nacen, los dejan desnudos en el suelo sin ningún vestido, no cuidándose en modo alguno (le su desarrollo y crianza, por lo cual mueren muchísimos; y esta es una de las principales causas por qué en tan dilatado territorio hay tan escasos y contados habitantes. Los hijos no obedecen ni respetan a los padres, ni éstos se cuidan mu- dho de ellos, a los que no se atreven a imponer castigos por temor de que, cuando sean mayores, se venguen, como ha sucedido muchas veces. Cuando se enferma algún indio, no le aplican remedio; ni toman precaución alguna contra las enfermedades conta- giosas, por lo que las pestes causan entre ellos verdaderos estragos. Cuando ven un enfermo sin esperanza de sanar,

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