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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO XI 305 segundo perito de la Comisión de límites con el Brasil (1): "Ha sido admirable la organizaciin de las Misiones de Gua- yana en la provisión de alimentos, pues producía y preparaba cuanto había menester en sus necesidades ordinarias". 3. Los indios aprendían a beneficiar los cueros y hacerse su calzado y las monturas para sus cabalgaduras; tenían fá- brica de jabón, que surtía toda la región. Había en todos los pueblos tejares con sus hornos, donde se cocía la teja y el la- drillo para la fábrica de las iglesias y casas; por eso todos los escritores turistas que visitaron aquellos lugares nos hablan entusiasmados de las hermosas construcciones hechas por los Misioneros y los indios del Caroní en aquellas apartadas re- giones. "Muchas casas dos indios, dice llumboldt en el lu- gar citado, así como la de los Padres y la iglesia, son de mam- postería y están cubiertas de teja". El problema económico en las Misiones Católicas es ac- tualmente, y ha sido siempre, el escollo en que han naufra- gado muchos centros de predicación evangélica, o por lo me- nos es la causa de que lleven una vida lánguida y no prospe- ren como debían; porque si el Misionero carece de las cosas más necesarias para ejercer su ministerio, si se encuentra sin recursos para llenar sus más apremiantes necesidades de ah- mento y vestuario para sí y sus neófitos, poco o nada puede hacer. Por eso los Misioneros de Guayana aleccionados por la experiencia de los siglos y los fracasos de sus antepasados, tuvieron el talento y habilidad de resolver, ante todo y sobre- abundantemente, lo que en lenguaje moderno se llama Pro- blema (le las subsistencias, no solamente para ellos y sus in- dios, sino también para toda la región, desde el Gobernador de la provincia, hasta el último soldado, pues todos vivían de la producción de las Misiones del Caroní. La. Guayana, tal como la habían orgañizado los Misione- ros, estaba llamada a ser un emporio de riqueza agrícola y pecuario, pues a pesar de estar empezando su prosperidad, dice el P. Nicolás de Vich (2), "que durante la guerra de la (1) Véase el capítulo VI de este tomo. (2) Véase Flora Oratoria, t. IV, p. 500 y sigs., en la nota.

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