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246 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA dos cuatro pueblos de indios de Caroní, Murucure, Monte-Calvario y Ca- ruachi, y también sobre el estado en que se hallaban aquellas misiones, y si los indios satisfacían los tributos y diezmos, manifestó con fecha de ocho de mayo de mil setecientos setenta y tres, acompañada de varios documentos, que por Real Cédula de seis de marzo de mil seis- cientos ochenta y siete estaba mandado por los indios que volunta- riamente se convirtiesen a nuestra santa Fe no tributasen en veinte años en manera alguna, ni se pudiesen repartir, ni mandar servir en las haciendas, si voluntariamente no lo quisiesen hacer, y que pa- sados los veinte años tributasen a nil Real Hacienda en la forma y re- gla que dispusiese mi Vircy y Audiencia del Distrito, sin que se pudie- sen, aun verificado dicho tiempo, encomendar, repartir ni agregar a persona alguna sin especial orden mía, a cuyo fin se me avisase ha- berse cumplido el referido tiempo para determinar lo que en esto se hubiese de observar. Que no era de cargo de los misioneros hacer la entrega de los pueblos, ni aun del Gobernador de la Guayana, sino privativamente de vos y mi Audiencia del Distrito, pero que sin em- bargo tuvieron siempre aquellos misioneros el estilo de informar a unos y otros de tres en tres años del estado de las misiones, con un plan comprendido entre otras cosas del año de la fundación y anti güedad de cada pueblo: de modo que siempre había estado a la cali- ficación de aquellos haber dispuesto que se verificase la entrega de los pueblos y por el hecho de no haberlo prevenido habían graduado no hallarse en estado de poderse practicar. Que también tomó cono- cimiento de ellas en el año de mil setecientos sesenta y uno el Go- bernador Don José Diguja en el acto de su visita y el Reverendo O- hispo de Puerto Rico, Don Pedro Martínez de Oñeca; y no obstante toda esta precedente y formal instrucción, no resultó providencia pa- ra la entrega de pueblos, y quejándose el mismo Fray Fidel del modo y conducta con que el señor Gobernador se ha maneja- do, acriminando de culpable la de los Religiosos en retener los pue- blos, y usando de expresiones nada decorosas a su estado, manifestó ser aventurado entregarlos bajo las reglas dispuestas por el nomina- do Gobernador, y propuso no ser conveniente la entrega de los pueblos que han cumplido ya los veinte años, por la experiencia práctica que se tiene de la inconstancia de los indios, del poco amor a la pobla- ción y de la facilidad en desampararla con cualquiera vana apren- sión o disgusto, justo o figurado, a que se añade la falta de medios de la provincia de Guayana para sujetarlos, por ser sus tierras abiertas por la parte del Levante y Mediodía, estar allí la frontera de las na- ciones bárbaras, tener el auxilio del amparo de los holandeses que hacen su negociación en llamarlos a si y carecer la Guayana de tropas para reducirlos en sus continuos levantamientos, porque aunque en la capital hay alguna, su larga distancia a las misiones y lo imprevisto de aquellas ocurrencias, no deja arbitrio para conseguir el sujetar-

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