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MISION DE GUAYANA,—CAPITULO VIII 245 día dar de estas Misiones, por tener remitidos los papeles al Provincial de Cataluña, la licencia que a solicitud de éste había dado a Fray Fi- del (le Santo y su compañero Fray Jaime de Puigcerdá que acababan de llegar de la Guayana para venir a esta Corte y responder a cuanto se les preguntase, pudiendo él sólo decir, que su provincia había teni- do algunos años misión en el alto Orinoco perteneciente al territorio del Gobierno de la Guayana, y le constaba que sus misioneros habían experimentado muy extraños tratamientos del Gobernador. El Vica- rio Juez eclesiástico de Cumaná Don Antonio Patricio de Alcalá, en carta de siete de setiembre de mil setecientos setenta y dos, cum- pliendo con lo que se le previno por carta acordada en trece de mayo del mismo año, informa el estado de los siete pueblos de indios, Ca- roni, San Antonio, Cupapuy, Altagracia, Santa María, Palmar y Divina Pastora, expresando se pueden poner Corregidores, y Curas doctrine- ros a presentación de mi Real Patronato, respecto de haber más de veinte años que se formaron aquellos, y de que estos indios son dóci- les, cosechan algunos frutos para su mantención, salen al trabajo con los españoles, y tiene cada pueblo noventa o cien familias poco más o menos; pero que mediante la pobreza de los referidos pueblos y de casi toda la provincia, juzga por útil en el caso de erigirse en Cura- tos, queden precisamente los mismos Religiosos capuchinos, sirviéndo- les en calidad (le Curas doctrineros, fundándose para ello en la falta de sacerdotes seculares a propósito en que los regulares dejan con disgusto sus misiones, y en que si los indios de los pueblos de Gua- yana quieren huirse, como es de temer con el motivo de ponerles Co- rregidores y Curas clérigos, encuentran a la mano dilatadas selvas y montes en donde asistir, de lo cual se seguirá malograrse el trabajo Evangélico emprendido, y los copiosos gastos hechos para ello.—Tam- bién representó el enunciado Fray Fidel de Saut-o, Vice Procurador de las referidas misiones, el desconsuelo con que se hallaban aquellos Religiosos por los varios modos con que los aflige el Gobernador, y quejándose de sus providencias por el ningún fundamento que tenía para molestarlos, suplicó me dignase providenciar lo conveniente pa- ra que fuesen consolados, alentados y atendidos en su penoso ministe- rio; mandando asimismo no se les embarase continuar la conducta que hasta ahora han tenido de fundar pueblos (le misión con su buen método, suavidad y acierto, dejándoles el cuidado de enseñar a los indios el trabajo y el cuidar de sus bienes sin intervención de Corre- gidores ni otras justicias, retirándolos de donde se hubieren puesto, hasta que dichos pueblos de misión se hallen en estado de poder tri- butar y de entregarse al ordinario todo, a fin de que los misioneros puedan sobrellevar las penalidades de su ministerio sin añadirles o- tras mayores, y no se atrase con nuevos métodos el servicio de ambas majestades. Preguntado de mi Real Orden el referido Fray Fidel por qué motivos no se habían entregado por los Religiosos los menciona-

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