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230 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA con el reemplazo de los compañeros que iban falleciendo, que dieron motivo a largas interrupciones del ministerio apostólico en que cesa- ba, perdiéndose enteramente en ellas cuanto se había adelantado en el bien de las almas y pacificación de los naturales. En él aflo de 1723 se hallaba la Misión de Guayana sin suficien- tes sacerdotes, sin Misioneros y sin medios para introducirse en ellas los pocos religiosos que había, por falta de alimentos y de limosnas pa- ra adquirirlos; pero en dicho año lograron que algunos devotos, y es- pecialmente los Misioneros de Piritu, les diesen y facilitasen el paso de cien reses vacunas, las cuales, aumentándose en competente can- tidad, han sido hasta hoy y son el abasto- de las Misiones, en las casi extrqmas necesidades en que perecerían los indios, si les faltasen las carnes y no se consiguiese sujetarlos a población; lo que se consigue con el atractivo de esta conveniencia que se les propone, pues han de tener lo necesario para socorrer sus hambres y necesidades. 2. Primer pueblo que se estableció el año de 1724.—Con este principio se comenzó el -año 1724 a fundar la primera Misión, con el nombre de Suay, dos leguas adentro del presidio de Guayana, y en el día tienen plantadas diez y seis, como se dirá, internándose al Sur cuarenta leguas desde dicho presidio que a tantas se halla situada la Misión de Avechica, como se reconoce en el mapa. Además de las diez y seis Misiones ya existentes, han perdido ocho ya establecidas por las varias desgracias que han acaecido de viruelas y sarampión, invasiones de los caribes y hostilidad de los ingleses en el año 1740, en cuyas desgracias han muerto más de mil indios, ade- más de la pérdida de los pueblos y alhajas, que todo ha causado atra- sos considerables, a lo que también ha contribuido lo inefectivas que han sido las limosnas 'que S. M. tiene asignadas a estos Misioneros en las Cajas Reales de Caracas, el poco auxilio que han tenido y tienen de escolta suficiente para custodiar a los pueblos de las invasiones de los caribes y contener a los poblados en sus borracheras, pues aun- que se les facilita alguna de la guarnición del presidio, no es cuanta necesitan en los pueblos, donde deberían haber repartidos veinticin- co o treinta hombres para que prontamente acudiesen al socorro, se- gún los casos lo pidiesen; cuyos veinticinco o treinta hombres no todas veces se pueden dar de dicho presidio, donde no hay más que la guar- nición precisa para su custodia. Del de Araya se hace impracticable, por mediar doscientas leguas y demás razones expuestas a Su Majestad en representación de 27 de agosto de 1764 relativa a su demolición por inútil, no siendo de menor consideración la soledad de todas las Mi- siones, en donde no se encuentra nada de cuanto se necesita para la comodidad humana, ni quien lo facilite sino a excesivo costo, por lo que los mismos Misioneros, con el corto auxilio de los indios, son los albañiles, carpinteros y demás oficios para la formación de los pue- blos y demás obras en ellos, a excepción de las iglesias, que no les

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