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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO VI 227 dos puertos de América, donde siempre son estos géneros más o me- nos caros y efectivo el consumo de ellos en las Misiones. No es menos costoso e indispensable al común el acarreo de la sal y muy esencial en las Misiones; pues como se sala tanta carne y de ella hay inmenso consumo, tienen que ocurrir a las salinas de A- raya, y lo más cerca a la Trinidad de Barlovento, pero por lo regular la compran en Guayana; este gasto no baja un año con otro de dos- cientas fanegas, que a razón de tres pesos que cuesta, son setecientos cincuenta pesos. El cacao nunca vale menos en Guayana de diez y seis pesos la carga, y los Padres para su abasto tienen que comprar veinte cargas, que hacen 320 pesos, y así respectivamente las demás cosas, fuera de lo que es reparto por parte del común, tienen los Pa- dres que comprar en particular las mismas especies o porque no les es suficiente la ración asignada, o porque gustan de mayor adorno en sus altares, y en esta ocasión gastan de lo que han adquirido por sus misas o granjerías particulares, librando como de cosa propia contra el Procurador o Sindico, sobre el segundo ramo <le entrada de la masa común, que se explicó en el modo económico de vivir, de que se in- fiere que si no hubieran arbitrado para su entretenimiento, no hubie- ran podido subsistir por falta de todo lo necesario a la vida humana, ni socorrido sus iglesias, como sucedió antes que viniesen en el año 1724 los citados Padres. No tiene duda que la buena dirección de estos sujetos, especial- mente del ya difunto Fr. Tomás de Santa Eugenia y el actual Prefecto Fr. Benito (le Moya, han dado al ciclo muchas almas y fertilizado en cierto modo la provincia de Guayana. •Yo no me meto en si sus votos de extrema pobreza han sido o no legítimamente interrumpidos, pre- valeciendo por las bulas apostólicas el derecho natural sobre el divi- no; pero políticamente hablando, en atención a sus bellas máximas de gobierno, los encuentro dignos de renombre de varones ilustres, así como su religión en Cataluña ha merecido entre otras el de Santa. Provincia de Guayana, Misión del Hato de la Divina Pastora, 20 de abril de 1755. Miguel de Alvarado". Esta firma, que trae Cuervo, es a todas luces una equivo- cación del copista, pues el que era miembro de la Comisión de limites con el Brasil se llamaba Eugenio de Alvarado, a no ser que tuviese los dos nombres (1). El mismo Cuervo en varias partes de su obra habla de esta Comisión, y siempre le desig- na con el nombre (le Eugenio. (1) Véase Anales de Guayana de B. Tavera Acosta, t. 1, pág. 115.

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