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- - -- MISION DE GUAYANA.—CAPITULO VI 221 frutos que otros, pues la primera entrada sólo sirve de preliminar, y es necesario repetir varias veces la jornada, según es el carácter más o menos bárbaro de la nación. Viendo el año de 1734 las creces que tomaba el ganado mayor que hasta entonces estuvo en la Misión de Suay desde el año antece- dente de 1725, dispusieron trasladarse y formalmente reducirlo a un. hato como hoy subsiste con título de La Divina Pastora. Este pueblo, que es uno de los de las ?lisiones, se compone (le un competente nú- mero de vaqueros, que con sus mujeres y familias forman el pueblo de cuarenta vecinos. El P. Presidente y su compañero gobiernan to- da la mecánica, y tienen un mayordomo, que directamente cuidan y deben asistir con su vigilancia a todas las operaciones del hato. El capitán, teniente y demás individuos de justicia son para corregir y castigar los delitos de los indios (esto es vaqueros) y a las guachas sus mujeres, con lo cual se logran todos los fines de una buena eco- nomía. Estos individuos vaqueros por la asistencia al cuidado del ganado quedan imposibilitados de trabajar sus labranzas, para tener el casabe e ir a caza y pesca, con que se mantienen: observan los Pa- dres la debida justicia de mantenerlos de un todo, pues a toque de un tambor vienen todos a tomar su ración de carne, y por lo que mira a casabe, en el tiempo oportuno para tumbar (este es el término) las labranzas que es cosa privativa de los hombres, traen de otras Misio- nes los correspondientes jornales que pagan al estilo de la tierra, y des- pués hacen las siembras y demás oficios del campo las guavichas, mu- jeres de los propios vaqueros. Asimismo proveen a éstos de las de- más cosas precisas, como guayucos, cuchillos, hachas y machetes, que podrían ellos adquirk, como los demás indios de las Misiones, si tra- bajasen todo el año a beneficio propio. Viéndose los Padres precisados de hacer una buena economía, y que era indispensable comprar caballos y mulas, tanto para el uso de los vaqueros como para el particular de los religiosos, asunto de mu- cha importancia por el dispendit anual, proyectaron y pusieron en práctica otro hato, que llaman de la Yegüera, con, caballos y burros hechores, que dista cinco leguas del flato, con cuyo arbitrio remedia- ron este Costoso inconveniente y lograron mulas y machos para las recuas o arrias, caballos para vaqueros e individuos religiosos, como también un buen renglón de granjería, como se explica en su lugar. Mantienen esta Yegüera con un mayordomo, soto mayordomo y seis vaqueros, que se gobiernan sobre el mismo pié del Hato, con la dife- rencia de no residir en aquella población ningún religioso, pues lo mi- ran como un anexo y así cuida de su entretenimiento y mecánica el propio Padre. A continuación de este arbitrio, fueron discurriendo otros según sus necesidades; una, la más costosa en América, es el aguardiente, tanto por el introducido abuso de hacer las once (como dicen), como

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