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MISION DE GUAYANA.---CAPITULO VI 217 tuoso, habitado de fieras carniceras, con muchos ríos y pantanos, se- ría imposible otra cosa, y así en tales ocasiones llevan un mozo a caba- llo, calzan su botín, espuelas, pistolas y sable, que sirven de escolta al Breviario. En cuanto a la posesión (le bienes temporales, me explicó un teó- logo de los Padres Misioneros, que había un medio en la América enre el tener y no tener, que era el usufructo de lo adquirido (1): esto sucede con los poseedores de feudos mayorazgos o fideicomisos; pero como se diferencian en el orden de sucesión, que debe ser en la familia, queda a mi modo de entender este Misionero., como el usu- fructo de las encomiendas militares, que pasa la propiedad al cuerpo (le la Orden, muerto el Comendador. Supongo que este usufructo de los Padres Misioneros tiene sus restricciones, pues entra en poder de un depositario, que es Procurador del Común (le las Misiones, contra quien tienen el crédito y facultad para pedir a cuenta de su haber, co- mo se explica en el - modo económico que tienen de vivir. También supongo que este usufructo lo consumirán a beneficio de su propio altar y de los indios donde lo adquieren, para dejar así cumplidas las obligaciones religiosas y a salvo los reparos en la posesión de bienes temporales. En cuanto a la continencia son ejemplarisimos, pues por Jo que de otros Misioneros y Curas se habla en la América, se diferencian de todos, y no hay ejemplar público de haber relajado su voto de cas- thlad. Asimismo son celosos en el cuidado espiritual de los indios, pues le cultivan con su ejemplo y procuran la administración de sacra- mentos hasta donde permite la moral y la capacidad de los indios, y sobre todo que no falten al rezado todos los días, con otros ejercicios devotos que suelen hacer los naturales, más por mecanismo que por racionalidad. Son forzosos en solicitar pueblo cada uno, donde reside con voz activa de Presidente, y como hay más religiosos que poblaciones, es preciso que muchos de los modernos queden con la voz pasiva de compañeros de los más' antiguos, y éstos hacen continuo esfuerzo con el Prelado para que los deje internar en el pais,, y lograr así fundan- do pueblos tener la colación de su encomienda religiosa. Del número de los Padres elige el Prelado un religioso que cui- de de lo espiritual del pueblo y tropa de Guayana, el cual ejerce el oficio de cura y capellán de la tropa, y tiene la colación del beneficio en fuerza de su presentación, sin que por esto quede independiente de su Prelado, pues es considerado como un Misionero, y el pueblo como anejo de las Misiones de la Provincia. (1) Con fecha 5 de agosto de 1702 se expidió una R. Cédula, en que se concede a los Misioneros que puedan formar haciendas y ha- tos y los puedan administrar, pero la propiedad es de los indios en común. Véase nuestro tomo 1, págs. 156-7.

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