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216 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN. VENEZUELA MODO RELIGIOSO DE VIVIR LOS PADRES Supuesta la imposibilidad de no poder seguir las horas canónicas en comunidad ni con la precisión de coro, maitines, disciplinas y de-, más constituciones de la admirable regla del Señor San Francisco, s. hallan dispensados de muchas observancias pm' el Papa León X, par$ adaptarse a lo que permite el país, como también por Adriano VI en Bula llamada la Omnímoda, en cuyo supuesto tienen en su Prelo un subdelegado apostólico, y cumplen con el oficio divino en aqu las horas que les vienen más cómodas; tocan el Ave María (lel alba, f en ésta rezan las letanías de la Virgen, hacen un poco de oración y icen su Misa; a poco rato tocan al rezado, al cual vienen a la iglesia iodos los niños, niñas, mozas y casadas hasta el primer parto, y en coiuni- dad dicen las oraciones del Padre Nuestro, Ave María, Credo, ?janda- mienlos y Artículos de la Fe, en castellano, a cuyo efecto s/ halla presente el Padre Misionero o su compañero si lo tiene; pasal el día en sus ocupaciones mecánicas o lectura de libros, según la inc nación de cada cual; comen entre once y doce, y pasan la siesta. A la tarde vuelven a tocar a rezado, y se congregan las misma personas; dicen las propias oraciones en presencia del Pad , y pfl algunos pueblos rezan a la mañana o a la tarde en el vulgar ariaAO- to, para que así se adelanten más en el conocimiento de lo mis - nos de nuestra santa Fe Católica; cumplida esta obligación, consum4n la tarde en lo que mejor les viene, cuidando de lo económico de Misión y vigilancia de los indios, que con toda su libertad han abi- zado la verdadera religión. A la oración se retiran a su casa, cene antes de las ocho, tocan las ánimas, y antes de recogerse dan s vueltas por el pueblo, solicitan la quietud y el recogimiento de s indios y se van a dormir hasta el día siguiente. Las penitencias, ayunos y demás mortificaciones que correspon' den a su carácter religioso, como no forman comunidad, quedan en lo interior del espíritu de cada cual, pues aunque aparentemente co- man siempre de carne y no se oigan crujir las disciplinas, pueden con otras virtudes adquirir para con Dios el mérito allá en lo íntimo de sus corazones. El hábito es de hechura el mismo que cii Europa, pero como el país es ardiente y tienen la citada Bula, unos lo usan de paño ligero, otros de estameña y muchos de holandá cruda, y por esto no van uniformes en el color, pero se parecen todos en Ja barba. Siguiendo el mismo privilegio, gastan sus paños menores, que lla- man enjugadores, y son de crea o de lienzo listado, que tienen en ma- yor o menor cantidad, según el gusto y posible de cada uno; van des- calzos de pierna, y en el pié usan la chinela en lugar de la sandalia; este calzado no es nuevo, pues en Italia lo practican las religiones más observantes; si tienen que transitar de pueblo en pueblo, van a caballo por pura necesidad, pues como el país es despoblado, xnon- • •

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