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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO y 211 gio fúnebre de los Misioneros sacrificados en Guayana, dice a este respecto (1) : Sería necesario una dilatada historia pa- ra manifestar las infinitas calamidades y penurias de alimen- tos y otros obstáculos que varias veces sufrieron aquellos fun- dadores, viéndose casi precisados a desistir de tan santa em- presa. Superando, por fin, todos los obstáculos y dificulta- des, resueltos a vencer o morir, según ellos mismos declara- ron y protestaron al Monarca, empezaron a abrirse camino en aquellos bosques que parecían impenetrables, y principia- ron a reducir y enseñar a los indios que allí habitaban como si fueran irracionales, fundaron pueblos y edificaron iglesias, establecieron labranzas, ízalos y crías de ganados, con tales adelantos, que allí donde el Rey de España sólo poseía una pequeña fortaleza en las orillas del Orinoco, llamada ahora Antigua Guayana, en la que se mantenía un reducido desta- camento de soldados, se veía ya en nuestros días convertido en un jardín espiritual y temporal, por la grande utilidad y honor que de allí resultaba a la nación española, y también de grandes ventajas para los indios, pues se iban ilustrando y adelantando cada día más con varias artes y oficios, con que se hacían más sociables y útiles a la república y a sí mismos. "Con el establecimiento de las Misiones de Altagracia y La Pas- tora, dice el Gobernador Diguja (2), los indios principiaron con gran- de entusiasmo a cultivar los campos en mayor escala: tal como se re- quería para el sostenimiento de los habitantes de las ciudades y al- deas. El sobrante se daba al presidio, y puede decirse que sin esta ayuda habría sido imposible defender la población de Santo Tomás y no hubieran podido las gentes que traficaban por el río Orinoco seguir sus negocios con tanta facilidad como lo hacían, si no hubiera sido por el hecho de que hallaban allí abundancia de provisiones (le casabe y otros comestibles enviados al mercado por los Misioneros. Si las Misiones dejaran de mandar bastimentos por alguna cir- cunstancia, perecería el presidio, pues las provisiones de otras par- tes saldrían muy costosas y sólo podrían obtenerse en lugares muy distantes. Las provisiones enviadas de las Misiones son de casabe, maíz, arroz, frutas, aves y jabón. Las Misiones más próximas al Ori- noco no podrán dar nada al presidio por estar situadas en terrenos arenosos, y son más bien pescadores que agricultores". (1) Flora Oratoria Seráfica, T. IV, p. 498-9 en la nota. (2) Duarte Level, Historia Patria, p. 148-9.

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