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210 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA de los ciento cincuenta pesos asignados en la Real Cédula de 22 de mayo de 1738, por cuyo motivo padecen grandes traba- jos y necesidades los Misioneros y los indios, pues hace casi seis años que no reciben ayuda alguna. Ambos documentos pasaron al fiscal, el cual, en su in- forme, hace presente al Real Consejo el miserable estado en que se halla la provincia de Guayana, a causa de lo que pa- decieron los Misioneros y sus pueblos en la invasión de los ingleses el año 1740, por la falta de limosna que les está asig- nada en las cajas Reales de Caracas, siendo tan conveniente al servicio de Dios y del Rey la puntual satisfacción y paga de la referida limosna, para que con ella se alivien estos Mi- sioneros de la necesidad que padecen, y puedan continuar, sin tanto afán y fatiga, el Santo ejercicio de su ministerio. Podrá el Consejo mandar se expida la Cédula correspondien- te para que, por dichas cajas Reales, se satisfagan con pun- tualidad, al Prefecto o síndico de la Misión, lo que legitima- mente justificase estárseles debiendo de la referida asigna- ción, y que en adelante se pague sin el menor retraso. La petición del fiscal está fechada el 25 de septiembre de 1745. Y a los pocos días, el 11 del mes siguiente, se acordó en el Consejo como pedía el fiscal. 6. Convencidos los Misioneros, por experiencia propia, de los exiguos recursos de que disponían los Gobernadores de las provincias de Venezuela para atender a tantísimos gas- tos como se ofrecían continuamente y que ni siquiera les que- daba el recurso de acudir a Bogotá, pues también allí estaban exhaustas las cajas Reales, recurrieron con buen acuerdo, a crear en las Misiones cierta independencia económica, y se acogieron a la Real Cédula de 5 de agosto de 1702, en que se autorizaba a los Misioneros para que en cada Misión pudieran tener los indios, en común, batos de ganado y arboledas de cacao,café, algodón, y labranzas para atender a las necesi- dades de la Misión y ayudar a fundar otras nuevas (1). El P. Nicodás de Vich, uno de los que escaparon de la hecatombe del 7 de mayo de 1817, en la nota que pone al elo- - - T - — fin obra, pág. 156-7.

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