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208 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA ta que el Gobernador y capitán general, don Gregorio Espi- nosa de los Monteros, pudo dar las órdenes convenientes. 3. En dicha invasión los ingleses han hostilizado, saquea- do y quemado dos pueblos de nuestras Misiones; otros fue- ron destruidos por los Caribes, los demás fueron saqueados de los mismos indios que los habitaban, y quienes en su ig- norancia atribuían a culpa nuestra y de los españoles la inva- sión de los ingleses, y no pudiendo los Misioneros aplacar su desordenada conmoción y enojo, se retiraron al amparo de los montes, hasta que Dios proveyese de remedio o fuese ser- vido de que le sacrificaran las vidas, antes que desamparar tantas almas reducidas a siete pueblos y dejar totalmente despoblada esta provincia, que es la llave del nuevo reino de Granada, Caracas, Barinas y Cumaná. Pero Dios se dignó remediar tal necesidad y consolarlos en tan grande aflicción, pues a los pocos días de retirados los ingleses volvieron a sus Misiones, y lograron pacificar a todos los indios, restituyéndo- les las cosas de la iglesia y parte de cuanto les habían robado, con que pudieron rehacer y reparar las Misiones quemadas, excepto una, cuyos indios huyeron a los laberintos de los ca- ños del río Orinoco. Contribuyó mucho a esta favorable so- lución del conflicto de la invasión inglesa y sublevación de los indios, el competente socorro que llegó de. Cumaná, cuyas fuerzas permanecieron en esta provincia hasta dejar total- mente tranquilo y libre de enemigos todo el país. 4. Para que con el menor coste de la Real Hacienda de S. M. se logren en Guayana y río Orinoco copia de pueblos de Misión, es preciso que se cierre el Orinoco, construyendo la Real Fuerza donde se halla ci castillo antiguo o en el cerro eminente que lo predomina, y una batería en el caño de Li- mones. Se necesita para la sólida defensa de estas tierras doscientos soldados con el cuerpo de oficiales y artilleros co- rrespondientes, y que de los soldados se digne asignar treinta para la escolta de las Misiones, dándoles un capitán práctico de los que viven y asisten a los pueblos de nuestra Misión, con sueldo competente y facultad absoluta para mandar a dichos soldados que están asignados para la escolta, siempre

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