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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO IV 197 Y pareciéndole a su Ilustrísima, por las noticias que ya veía, que el medio de atraerlos era engolosinarlos, con el agasajo y dádivas de algunas ropas, cuentas, cuchillos, espejos y otros utensilios de que iba bien provisto, comenzó desde luego a repartirlos y ellos a recibir con demostraciones de cariño y señales de agradecimiento. Con este atractivo consiguió de los Caribes que se reduje- ran a vivir en pueblo que formaron convertidos al parecer a la ley y a la razón y con alguna, aunque fingida afición, a la doctrina evangélica que Su Ilustrísima procuraba explicar por alusiones y confusas noticias de términos aprendidos de mal formadas señas. Pocos días le duró a Su Ilustrísima la residencia en-aquellos ásperos montes, y fué mientras los as- tutos Caribes conocieron que ya se habían acabado las ropas y bujerías con que frecuentemente les regalaba; porque co- mo gente bruta y ajena a todo racional agradecimiento, no tienen más respeto que el interés y la codicia, móviles de sus fingidas promesas de recibir el Santo Bautismo y reducirse a ser cristianos. Entonces, llenos de furor y saña, deseosos de su amada libertad, corrieron como rabiosos canes a la habitación del Ilustrísimo señor Labrid, y después de dar cruel e inhumana muerte al Capellán y demás familiares de Su Ilustrísima, a- cometieron al santo Príncipe, que puesto (le rodillas con el Santo Crucifijo en las manos, esperaba a los ingratos indios, que sin piedad ni conmiseración ensangrentaron las suyas en la inocente víctima, quitándole la vida tumultuosamente a golpes de macana. Robaron después los ornamentos y vasos sagrados, despedazaron el Crucifijo, y no hallando más alha- jas en que emplear su insaciable codicia, se retiraron con al- gazara, dejando aquellos bendis cuerpos para cine fueran pasto de las fieras y aves de rapih. tan abundantes en aque- llos campos. Llegó la noticia de este crimen a Guayana, en tiempo en que estaba encargado de la parroquia el P. Fr. Benito de Mo- ya, Prefecto de las Santas Misiones del Caroní, en cuyo terri- torio se había cometido el atentado; y entrando en un bajel