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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO IV 191 las demás conveniencias que ofrece esta región de Guayana en Ja pro- pagación de nuestra Fe Santa y en beneficio de la Real Corona, son como principales los siguientes: Primeramente, es necesario que venga el socorro de seis religiosos capuchinos de nuestra provincia de Cataluña, con lo preciso para componer tres iglesias, pues nosotros aún no trajimos lo suficiente pa- ra cinco, asegurando a V. Rvdma. que luego que lleguen los religio- sos se fundarán cuatro Misiones más; porque en las referidas entradas dejamos congregados bastantes indios coñ disposición para ello. Asimismo es necesario que la limosna de cincuenta pesos que para cada uno de nuestros Misioneros tiene asignada Su Majestad to- dos los años, para la subvención de nuestras necesidades, se sitúe y cobre en las Reales Cajas de Santa Fe de Bogotá, a cargo y diligencia del Apoderado Maestre de Plata de la infantería Real de Guayana, de cualquier haberes Reales que hubiesen en dichas Cajas de Santa Fe, por lo dificultoso y peligroso que nos es dicha cobranza en las Rea- les Cajas de Caracas, pues además (le la mucha falta que hace el reli- gioso que ha de pasar tal diligencia, se expone a manifiestos peligros de la vida, en los viajes de ida y vuelta, y la isla de Trinidad es inca- paz de podernos remediar en ninguna cosa, por la escasez de fondos, pues hace tres años que no tiene cosecha (le café y sin esperanza en algunos años. Es también muy necesario que vengan familias bien acondiciona- das para poblar a Guayana y para escolta y abrigo de las Misiones, tierra adentro; que se adelanten doce familias y que vengan con los religiosos o en la ocasión más próxima que se ofreciese; para estas doce familias se necesita solicitar de Su Majestad el más eficaz des- pacho, a fin de que se les sitúe y pague sueldo de escolta, como se practica en otras Misiones, en las mismas Cajas de Santa Fe de Bo- gotá, a fin de que vengan junto con nuestra limosna y el socorro de la infantería de la Real fuerza (le Guayana, y por su Apoderado el Maestro de Plata; de forma que las referidas doce familias puedan en breve cobrar y ser socorridas, pues la falta de esta inevitable diligen- cia ocasionó la perdición y malogré la Misión y las familias que man- dó Su Majestad a estas tierras el año 1717. Se requiere además, como medio necesario, que se reemplacen pronto las cien plazas con que está dotada la Real fuerza de Guayana, por gente bien acondicionada; para ello es necesario que vengan de España con capitán y alférez nombrados por Su Majestad, como vi- nieron, según he podido inquirir, el año 1680, y desde entonces care- ce esta fuerza de jefes nombrados por el Rey (q. D. g.), asegurando a V. Rvdma. que en estos países sólo se pueden reclutar negros, mu- latos y mestizos facinerosos y desterrados, que más sirven para .el vi- cio que para el Real servicio.

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