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1 MISION DE CUMANA,—PREAMBULO 19 sola en Tierra Firme en grandísimo peligro, defendida por los alcaldes y vecinos, que disponían de reducidas fuerzas y esca- sos recursos. Vino después como conquistador el año 1572 Adriano de Padilla, a quien sustituyó en 1577 el hijo mayor del malogrado Serpa, Garci de Serpa, con todas las prerrogativas de su pa- dre. Sucedió a este joven el año de 1584 don Pedro Almazán con carácter de Gobernador de la Nueva Andalucía (1), siendo substituido por el portugués Rodrigo Núñez Lobo, quien lo hizo muy mal y fué relevado en 1586 por Francisco Vives. Sigue después la lista del Sr. Laiidaeta Rosales (2). Como se ve por esta ligera relación, todos los gobernantes de la Nueva Andalucía en el siglo XVI fracasaron, debido a la escasez de fuerzas y la obstinación de los bravos indios en no querer aceptar la dominación extranjera. Es cierto que los reducidos vecinos de Cumaná apenas podían salir de la ciudad, y aún continuó esta difícil situación hasta mediados del siglo XVII, en que llegaron nuestros Misioneros, pacifica- ron los indios y los redujeron a población. La Comandancia de Nueva Andalucía, concedida por el Rey a los nuevos Conquistadores, abarcaba el territorio de los tres actuales Estados (le Sucre, Monagas y Anzuátegui; sus progresos fueron casi nulos en todo el siglo XVI y parte del XVII apesar de los esfuerzos de los conquistadores, "pues pa- ra el año 1643, sólo había en aquel vasto territorio dos pa- rroquias, Cumaná y Cumanagotos, cuyos Párrocos fueron re- presentados en el Sínodo Diocesano que ese año se celebró en San Juan de Puerto Rico, a donde pertenecía en lo eclesiásti- co": porque, si bien estaban ya fundadas las poblaciones de Cariaco, Barcelona y Cumanacoa, su población no pasaba de 15 a 20 vecinos cada una, y no tenían Párroco. De estos datos se deduce que los acontecimientos del año 1,520 retardaron más de un siglo la civilización y colonización de toda la región de Nueva Andalucía, e influyó también en (1) P. Rionegro. Actuaciones y Documentos, págs. 301, 302, 324 y 345. (2) En su obra Gran Recopilación. T. 1, p. 155.

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