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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO III 185 bernador, D. Pedro de Yarza, y acordaron retirarse a la isla de Trinidad, de donde regresaron la mayor parte a España, vien- do frustrados sus deseos y cerradas las puertas para Ja con- versión de aquellos indios. Pues sin abrigo de españoles que sostengan y guarden las espaldas a los Misioneros, no se puede conseguir el fin de las Misiones, que es la reducción y civili- zación de los indios salvajes, pues por su barbaridad e in- constancia se vuelven con frecuencia contra los Misioneros, sin que éstos puedan defenderse, sin armas, contra aquella multitud de forajidos, y no les queda más recurso que reti- rarse a tiempo o ser víctimas de su ferocidad, como tantas veces ha sucedido. No hemos podido encontrar ningún documento que cié testimonio de los trabajos de estos abnegados Misioneros de la segunda expedición; solamente cii un mapa antiguo, dibu- jado por el P. Misionero Fr. Carlos de Barcelona en 1771, que tenemos a la vista, se ponen en las inmediaciones de Santo Tomás de Guayana tres Misiones destruidas, que son Casa- coyma, Tipurúa y Piacoa, con la del Palmar y quizá Ciunano; en estos cinco pueblos y la ciudad debieron emplearse los diez Misioneros durante los cuatro años que pasaron en Guayana. En la Isla de Trinidad ya hemos dicho que el Goberna- dor los había obligado a tomar de nuevo dos de las antiguas Misiones, que son Sabaneta y Guayria; a ellas se volvieron a replegar los Misioneros que no regresaron a España, y allá si- guieron trabajando con empeño hasta que, dos años después, se reorganizaron en firme las Misiones de Guayana. 5. Para este tiempo ya habían obtenido los Misioneros de Trinidad plena satisfacción, pues Su Majestad, después cíe recibir el informe documentado del Gobernador de la isla, despachó una Real Cédula del tenor siguiente (1): "El Rey.—Al Presidente y Oidores de la Audiencia de Santa Fe, en el nuevo reino de Granada: Don Cristóbal Félix de Guzmán, mi Gobernador y Capitán general de la isla de Trinidad, en carta de 6 de mayo de 1714, me ha representado, convendría a mi Real servicio que las encomiendas de la isla se agreguen a mi Real patrimonio, co- (1) Blanco-Azpurúa, Documentos, p. 450, trae esta Real Cédula, aunque variando algunas palabras de poca importancia.

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