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184 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA con el fin de percibir de los oficiales de la Real Hacienda, de dicha ciudad, las cantidades que Su Majestad había acordado a los Misioneros de Guayana y las treinta familias de isleños, pues no habían percibido nada en los cuatro años que lleva- ban en aquella inhospitalaria región, y los Misioneros de los Llanos tenían muy atrasado su corto Sínodo. Hiciéronse en Bogotá por parte de los Misioneros todas las diligencias necesarias para obtener el pago de las asigna- ciones atrasadas, y, sin embargo, nada pudieron obtener, no obstante que el señor don Antonio de la Pedrosa, consejero de Indias, que se hallaba con el Gobierno y Superintenden- cia de aquel Reino por orden de Su Majestad, hizo cuanto pudo por socorrer ambas necesidades; pero no fué posible por no haber fondos en las Cajas Reales de Santa Fe y tener otras urgencias más precisas, como lo eran el reparo (le las mura- llas de Cartagena; y los despachó sin socorro alguno después de caminar cerca de cuatrocientas leguas, por ríos y monta- ñas, desde Guayana hasta aquella ciudad. Cuando el P. Fr. Mariano de Scha regresó a Santo Tomás de Guayana sin ningún recurso, se dieron cuenta las familias isleñas del abandono en que las tenía el Gobierno, sin soco- rrerlas en nada en los cuatro años que estaban en aquel des- tierro, después que Su Majestad les había ofrecido eficaz pro- tección. No es ponderable los extremos (le sentimiento a que se entregaron estos infelices colonos al verse así desatendi- dos y desamparados, y sin poder remediar sus necesidades. Así fué que se levantaron todos y abandonaron la Guayana por no poder sostenerse en aquella desdicha sin el socorro o- frecido. La mayor parte se fueron por tierra a la provincia de Caracas, donde se establecieron; los otros pasaron a Cu- maná. 4. Los Misioneros que estaban internados a diez leguas tierra adentro, entre Santo Tomás y el río Caroní, viéndose desamparados de los isleños, que les servían de escolta, y a- menazados por otra parte de los Caribes, sin socorro alguno de la Real Hacienda y sin esperanzas, pues estaban exhaustas las Cajas de Bogotá, Caracas y Cumaná, consultaron al Go-

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