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182 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA sivamente para la conversión de los indios de Guayana; en- tonces el Gobernador lo estrechó de tal suerte (hasta cerrarles el puerto para que no pudieran embarcar), que lo precisó a dejar dos religiosos administrando los pueblos de Guayria y Sabaneta, y en breve tiempo agregaron los indios que estaban dispersos en los montes. También llegaron en este año las treinta familias destina- das a fomentar las Misiones de Guayana; traían una Real Cé- dula de Su Majestad para que los oficiales de la ciudad de Santa Fe, en el nuevo reino de Granada, entregasen cierta cantidad a los Misioneros de Guayana para socorro de aque- llas nuevas reducciones y fomento de las treinta familias de isleños que acababan de llegar. 2. Hubo por este tiempo el proyecto (le cambiar el cas- tillo de Santo Tomás de Guayana al sitio (le Angostura, se- gún se desprende de la Real Cédula siguiente (1): "Mi Gobernador y Capitán General de Caracas: Fr. Lorenzo de Za- lagoza, Procurador de las Misiones, residente en Madrid, entre otros puntos me ha representado el riesgo en que está el territorio de las Misiones de Guayana por la facilidad con que pueden entrar los ene- migos en él por el río Orinoco y atravesando los llanos de aquella provincia de Norte a Sur, y hacerse dueños de todo el país, llegar hasta Bogotá; respecto que el río no tiene suficiente defensa para su dilatada extensión, pues el presidio de Guayana no puede impedir la invasión y se hace casi inútil, si los enemigos se apoderan de un ce- rro que hay próximo y lo domina. Y ha propuesto que convendría mudarlo a distancia de una jor- nada, donde está el río muy estrecho, y después hacer allí el reducto que por Real Cédula de 1696 mandó construir en la desembocadura del Guarapiche, donde debían asistir doce soldados. Sin esta providencia, además del peligro de las Misiones, tienen los enemigos franco el comercio por esta parte, y se podrían apoderar de la región, como lo habían hecho en algunas ocasiones, y que si es- tas fortificaciones se convirtieran en población, se reducirían los in- dios de aquellos distritos y estarían sujetos. Propone el dicho Padre que ofreciendo yo el gobierno de Trini- dad y Guayana al Sargento Mayor D. Andrés Blanco, por diez años, haría a sus expensas las referidas fortificaciones y pacificaría la tie- rra adentro. Y habiéndose visto en mi Consejo con lo que dijo el fis- (1) Biblioteca Nacional de Madrid, sig. 3.561; D. 188, •I

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