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MISION DE GUAYANA,—CAPITULO II 175 poblados de indios fugitivos, y su Majestad sin vasallos, a tan- ta costa reunidos, y frustradas las fatigas y trabajos de los misioneros. Así mismo, dice que están expuestos a que ven- gan contra ellos los indios guaraúnos que habitan en las la- gunas de las bocas del Orinoco y se lleven cautivos a los de Trinidad, o los subleven, como sucedió cuando martirizaron los tres misioneros de San Francisco de Arenales. Hay tcim- hién peligro de que ¡os piratas holandeses, que viven cii las poblaciones de Vervis, Esquivo y Sinismama de la Guayana holandesa vengan en cualquier momento y se apoderen de esta isla de Trinidad, por lo cual se hace necesario permanez- can allí algunos Misioneros. 6' Pide que las encomiendas de la isla de Trinidad se agreguen al Patronato Real, como se ha hecho en Cumaná, y dice que los encomenderos no tienen título alguno para gozar- las, por los diferentes motivos que expresa, y alega que se mantienen los indios en ellas en un modo más gentílico que el que antes tenían, con pluridad de mujeres que cada uno elije, por ser propensos a todo género de vicios, sin más su- jección que sus inclinaciones, pasando muchos años sin sa- cramentos ni pastor que los dirija y tan imposibilitados de este beneficio y del de la misa que, habiendo estado el señor Obispo en aquellos parajes u solicitado ponerles cura doc- trinero, no pudo ejecutarlo por no haber en aquella tierra de quién echar mano. Dice que estos indios encomendados, sin asistencia religiosa, fomentan las guerras o las ayudan me- diante su libertad y licenciosa vida, llevan y traen a los indios reducidos en las Misiones, favoreciendo los intereses de los encomenderos, con perjuicio de los intereses de la Real Coro- na, como sucedió con cuarenta familias, mandadas restituir ti las Misiones por la Audiencia de Santa Fe, la cual provi- dencia no se cumplió. Pide pues, que las ochocientas almas que hay en las tres encomiendas de Trinidad sean agregadas al Real Patrimonio, por el bien espiritual de que están necesi- tadas y el aumento de la Real Hacienda con el derecho de diezmos, cultivando sus haciendas que están incultas, y que les entreguen a los Misioneros estas almas que están sin pas-

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