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172 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA Sabanagrande, Sabaneta y Guayria, a un clérigo que envió pa- ra este efecto el señor Obispo de Puerto Rico, Fr. Pedro de la Concepción Arteaga, y a pocos días de tomar posesión, yendo aquel a administrar a uno de dichos pueblos, lo arrastró el caballo y le quebró una pierna, de lo cual quedó baldado, sin haber habido otro sacerdote en los dichos pueblos hasta el año 1712, en que llegó otra expedición de Misioneros Capuchi- nos, como veremos en el capítulo siguiente. 6. Los Misioneros que asistían estos cuatro pueblos se retiraron a la Misión de Tacarigua y a las otras fundaciones que les quedaban hasta el año 1712, en que hizo la visita el ilustrísimo señor Obispo y se encargó de todas las Misiones. Así se desprende del informe que este Prelado presentó a Su Majestad el 11 de enero de 1713 (1), erigiendo las Misiones de los Capuchinos de Trinidad en dos doctrinas, como se lo avisa al Real Consejo en carta de 17 de mayo de 1713, o sea, unos meses después de escrita la anterior. Y esta impremedi- tada resolución fué motivo para que los indios, al verse priva- dos casi violentamente de sus Misioneros y al quedarse solos en los pueblos sin sus consejos y ayuda, se volvieran en su mayor parte a los montes, por no verse obligados a servir a los mismos señores que les habían privado de sus Padres. Luego que los Misioneros dejaron a sus indios, viéndose hostilizados de todas partes y considerando lo poco que po- drían hacer en Guayana en la reducción de los indios sin el abrigo de algunas familias de españoles que les sirvieran de resguardo, y la protección más eficaz del Gobernador, pues en los fuertes de Santo Tomás no había más que doce hombres, y esos no podían salir del castillo, pidieron licencia al Gober- nador, don Felipe Artieda, para volverse a España; y, habién- dosela negado, se embarcaron en un navío francés de los mu- chos que andaban por aquellas costas, el cual los trajo a Espa- ña, y habiendo informado a Su Majestad de todo, lograron que se les hiciera justicia y que se les dieran medios para em- prender de nuevo la reducción de los indios de Guayana. (1) Véase la pág. 92 de este mismo torno.

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