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MISION DE GUAYANA.—CAPITULO II 165 rola, varones todos de muy singulares virtudes y celo incom- parable por la salvación de las almas (1). Viendo estos a un religioso compañero suyo cubierto de heridas, que con una a- labarda le había causado un indio, dejándolo por muerto, se lamentaban con él diciendo: "Gózate en Dios, hermano carí- simo; porque si no moriste, al menos vertiste tu sangre por Cristo Nuestro Señor, gracia que hasta ahora nosotros no he- mos merecido. Dios por su misericordia nos haga dignos de ella". Hallábanse dichos religiosos en la población que habían fundado hacía poco tiempo, instruyendo a los indios sacados de los montes y enseñándoles la doctrina y buenas costumbres. Y como eran muchos y pequeña la capilla, resolvieron hacer otra más grande. Al efecto, bendijeron el sitio y empezaron a abrir zanjas para los cimientos, ayudándoles en esto un es- pañol piadoso e inteligente, que les hacía compañía y se lla- maba el alférez Tomás Luna; y estando en este trabajo, en el cual todos tomaban parte, el P. Esteban ordenó a siete in- dios que trajeran una viga para proseguir la fábrica. Apenas oyó el mandato uno de los indios, cuando intrépi- damente contestó que no quería traerla, y empezó a proferir horrorosas blasfemias contra Dios y la Religión católica, cual si se hubiera apoderado de él Satanás; y trató de dar muerte a sus padres y maestros para volverse a los montes. Sufrió el Padre sus propias injurias y la irrisión y mofa que hizo de los Misioneros; pero reconociendo por la audacia del in- dio el daño grande que había de causar en los demás, le afeó su ingratitud para con Dios y le exhortó al arrepentimiento de sus culpas y blasfemias; y para evitar que pervirtiese a los otros con su escándalo, le dijo que ya sabía cómo estaban es- perando al gobernador de la Provincia, el cual se hallaba cer- ca, pues andaba visitando los pueblos de la Misión, y que sin duda le mandaría castigar cuando llegara y Dios principal- (1) Anguiano, 1 e., p. 161-6. El mismo autor trata mucho más largamente del martirio de estos Padres en su Misión de la Trinidad. También los menciona honrosamente el P. Caulín, 1 e., p. 112. Véase Blanco-Azpurúa, Documentos, t. 1. p. 421.

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