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MISION DE GUAYANA. —CAPITULO 1 159 El P. Basilio de Barcelona se dirigió al cerro de las Tu- tumas (1); y llegando a la pequeña ranchería, preguntó por el cacique y lo fué. a visitar a su casa, y entrando en conver- sación con él por medio del intérprete, le propuso las verda- des de nuestra santa fe y le preguntó si quería admitir en sus tierras a los misioneros para que a él y a todos los que vivían en aquellas regiones los instruyesen en la religión cristiana; respondióle el indio con gran sequedad diciendo que no los quería. Dijole el Padre que mirase bien en ello y le dió ra- zones dirigidas a mover su ánimo; pero el indio permaneció tenaz a su primera respuesta; le apretó el religioso para que dijera el motivo que tenía para no admitirlos, a lo cual res- pondió: que la causa era porque él se hallaba casado con seis mujeres y que si los misioneros entraban a predicarles y a poblanos no le permitirían tener sino una. Y últimamen- te que no quería porque sus padres, abuelos y antepasados, todos estaban ya en el infierno y él se quería ir allá con ellos. Horrorosa fiié la respuesta y terminante; sin embargo, in- 5 el Padre le ablandó y consiguió que lo mirase mejor y pidió tiempo para pensarlo despacio, pues en el mo- mento estaba algo preocupado por el exceso de bebida. Des- pidióse. el Padre Basilio y dió lugar a que durmiese para volverle a predicar y saber su última resolución. Apenas se apartó el misionero del cacique, cuando se vi- no derecho a él un indio viejo, de más de ochenta años, cine jamás había visto españoles. Supo por medio del intérprete lo sucedido con el cacique, el fin con que había venido el Misionero, y tomando de su casa un regalito se lo ofreció al Padre, vertiendo lágrimas de alegría; y abrazándole con tal ternura como si toda la vida lo hubiese tratado, prorrum- piendo en exclamaciones de. gozo, decía: "Por qué no quie- re el cacique a estos Padres? ¿Qué dirán los españoles cuan- do esto sepan? ¿Qué pensará el Rey viendo que no quere- rnos los misioneros que él nos envía? Y sobre todo, ¿qué ha- rá Dios con nosotros, que resistimos a la luz que nos ha de (1) Este caso Jo relata el P. Anguiano casi con las mismas pala- bras en la Vida de Fr. Francisco de Pamplona, libro III, cap. XXI, p. 336 y 37.

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