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MISIOIT DE GUAYANA,—CAPITULO 1 157 V. Ema. dice y que lo lleven los cuatro religiosos catalanes que se han de embarcar en los próximos días en los galeones que parten para las Indias. Madrid, 19 de agosto de 1689.—Antonio Ortiz Olalora, Secretario". De esta carta se deduce que los Misioneros llegaron a Tri- nidad en dos tandas y que habían recibido las Misiones gran- de impulso después de la llegada del primer grupo el año 1687, pues hicieron nuevas fundaciones en Trinidad y trata- ron de abrirse camino en Guayana, región casi inexplorada, donde a causa de la ferocidad y resistencia de los Caribes se habían estrellado las tentativas hechas por distintos institu- tos religiosos para evangelizar la multitud de indios salvajes que vagaban por los bosques de toda la parte oriental y sur del Orinoco. 6. Allí había muerto en 1560 el Presbítero Ayala con su valiente colonia. Allí habían fracasado todos los esfuerzos del Adelantado don Antonio de la Hoz Berrío, con la numerosa expedición de Vera, Incluso la Misión Franciscana, cuyos religiosos, des- pués de haber fundado un convento en Santo Tomás, tuvie- ron que abandonarlo treinta años más tarde. Allí estuvieron los misioneros Agustinos Recoletos de los Llanos de Casanare, que intentaron abrirse camino más cor- to para sus Misiones a través del Orinoco, y tuvieron que abandonar la empresa, porque los Caribes se mostraron siem- pre irreducibles. Allí acabó su vida a fuerza de trabajos y privaciones el jesuita P. Francisco Llauri, teniendo que retirarse después de muchos sufrimientos los PP. Cano y Vergara, que le suce- dieron en la empresa. Allí estuvieron también venerables sacerdotes seculares, como (Ion Francisco Leuro, quien se quedó tullido por la in- clemencia del clima, y al fin fué asesinado por los ingleses. Por fin, allá murió en 1682 el P. Angel de Mataró, tenien- do que abandonar el campo el P. Pablo de Blanes, herido de muerte, pues rindió su espíritu pocos meses después en La Habana.

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