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154 LOS FRANCISCANOS CAPUChINOS EN VENEZUELA leza no resistió tan prolongados sacrificios, y murió entre sus indios el mismo año de 1682 (1). Al verse solo el P. Pablo, compañero del P. Mataró en la dificilísima Misión de Guayana, y dotado como él de raras y maravillosas prendas, resolvió irse a España a dar cuenta del estado de aquella Misión; mas estaba tan débil, que no lo alcanzó, muriendo en la isla de Cuba el 20 de Julio de 1683, y está enterrado en la iglesia de N. S. P. S. Francisco. 4. Era tan urgente la necesidad de atender a la reduc- ción de los indios de Guayana, abandonados casi totalmen- te hacía ya muchos años, que el Consejo de Indias, instado eficazmente por el Gobernador y el Obispo de Puerto Rico, ex- pidió el año 1687 una Real Cédula declarando la Misión de Santo Tomás de Guayana e isla de Trinidad totalmente inde- pendiente de la Misión de Cumaná, encargando a los Religio- sos de la provincia de Cataluña de la nueva Misión, que abar- caba toda la Guayana e isla de Trinidad. Aunque no hemos podido encontrar el texto de tan im- portante documento, tenemos, sin embargo, algunas cartas del secretario del Consejo, que hacen referencia a este asunto (2) "Reverendísimo P. Francisco de Luque, comisario general de las Misiones de Venezuela. En carta del 2 de este mes, dice V. Ema. que sería bien que se envíe orden precisa para que la Misión de Trinidad y Guayana esté separada de la de Cumaná, y que los religiosos de la una no se mezclen en la otra; y visto en el Consejo se acordó que fuese así y se ejecute como se pide. Madrid, 8 de abril de 1687.—Antonio Ortiz Otalora, Secretario". La segunda carta es como sigue (3): "Reverendísimo Padre. Debiendo salir del veinte al veintiuno de este mes el navío de Re- gistro que va a Indias, y estando ajustado con su dueño, D. Francisco (1) Habiale Dios ilustrado con gracias extraordinarias; entre otras, conoció la proximidad de su muerte que predijo con anticipa- ción, y el fin desastroso de una población, a causa de las culpas come- tidas por sus moradores, y efectivamente fué saqueada y destruida por los piratas poco después de su muerte. (Véase Anguiano, 1. e., p. 166). (2) Biblioteca Nacional de Madrid, sign. 3.561. D. 58. (3) Biblioteca Nacional de Madrid, sig. 3.561, D. 60 y 61.

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