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148 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA acompañado del franciscano Fr. Domingo de Santa Agueda, dejando en Oruña al compañero, R. P. Juan de Peralta, para que recibiera en su convento la Misión franciscana que tenía pedida y debía llegar en la expedición de Vera. Llegados a Guayana, el señor Berrío pensó en la funda- ción de una ciudad que le sirviera de cuartel general, echan- do entonces, dice Tavera Acosta de quien tomamos estos da- tos, los fundamentos de la Antigua Guayana, con el título de Santo Tomás, siete leguas más abajo del pueblecito donde había acampado en las bocas del Caroni. En esta nueva ciudad edificó otro convento franciscano, al cual llegaron el 1595 una parte de los religiosos de la ex- pedición de Vera; fueron éstos los siguientes: PP. Pedro de Esperanza, Juan de Moya, Pedro Espejo, Pablo de N. y el her- mano lego Fr. Juan de Zuazo, los cuales se juntaron con los PP. Domingo de Santa Agueda y Peralta, que hacían acom- pañado al señor Berrío en todas las excursiones. En el Capítulo celebrado en San Francisco (le Caracas el 8 (le octubre de 1617, se acordó que estas (los fundaciones de Trinidad y Guayana se incorporaran a la Provincia Francis. cana de Santa Cruz, comisionando al Provincial, R. P. Fr. Bartolomé Serrano, para que fuera a tomar posesión de los conventos y recibir la obediencia de los religiosos, lo cual realizó el año siguiente de 1618 (1). El convento de Guayana fué quemado por los piratas ho- landeses el 1637, y los religiosos se retiraron a Cumaná; pocos años después (el 1642) se retiró también el Gobernador, don Martín Mendoza y Berrío, trasladando la Gobernación a San José (le Oruña. Guayana quedó reducida a un presidio, cus- todiado por un piquete (le soldados, al mando de un tenien- te gobernador, y el servicio religioso intermitente, ejercido por distintos sacerdotes seculares y religiosos que iban de paso. El R. P. Juan Rivero, misionero muchos años en Casana- re, nos da cuenta detallada de la intervención (le los Padres de la Compañía (le Jesús en Guayana; en su obra escrita cm- (1) Véase en nuestro tomo III "Los Franciscanos Observantes".