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144 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA Para lograr tan señalados frutos han sacrificado sus vi- das en glorioso martirio veintiséis religiosos venerables, mu- chos han muerto envenenados, y el resto de los mil y más Mi- sioneros que llegaron a estas vastas regiones han muerto ago- tados y de fiebres malignas; quizá no regresó a su patria un centenar, y éstos, inútiles. Y tiene que ser así, pues apenas desembarcan, sin vacila- ciones se internan en las selvas inexploradas en busca del iri- dio salvaje, en cuyas manos feroces hallaron el martirio sus hermanos que le han precedido en la Misión. Verdadera- mente, estos hombres que tan fácilmente exponen su vida por la propagación de la fe, por la gloria de Dios y salvación de las almas, llenen que estar ante todo inflamados del amor de Dios y caridad cristiana enseñada por Jesucristo, y tener además una fe viva y ardiente en la protección divina y eterna recom- pensa que Dios tiene reservadas para las almas generosas que todo lo sacrifican por amor suyo. Ante estas consideraciones, juzgan baladí todas las cosas y conveniencia del mundo, y sin excitación cambian el descan- so del convento por una lucha continuada, hasta que llega la muerte, que ellos consideran como una palma de mártir, a mi juicio, bien ganada. Unico móvil de una vocación que nos causa admiración y que tiene que venir de Dios y que trae tantos vienes a la humanidad; pues sin la abnegación de los Misioneros se quedarían sin disfrutar de las ventajas de la ci- vilización y de los bienes inestimables de la fe católica la multitud de indios que pueblan los bosques de toda la Amé- rica descubierta por Colón.

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