BCCCAP00000000000000000000504

12 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA do por el P. Las Casas que consagró todo el capítulo LXXXIIJ del cuarto tomo, p. 272 y sigs., a este asunto: "Tornando a proseguir la historia del clérigo Bartolomé de las Ca- sas, digamos que llegado a la ciudad de Santo Domingo con deseo de hablar e dar cuenta de sus propósitos al egregio P. Pedro de Córdoba, halló que era embarcado en una nave y salió del puerto con ciertos otros religiosos de su Orden, en prosecución de la licencia, favor que el Rey Católico le había concedido para ir a predicar a las gentes de Tierra Firme; iban también con él ciertos religiosos de San Francisco, extranjeros, creo que de Picardía de los cuales habían venido algunos a estas Islas, con celo de predicar la fe a las gentes de ellas. Estos ro- garon que les diese lugar para ir con él y ayudarle en la dicha conver- sión o predicación; holgó mucho el P. Fr. Pedro de Córdoba de los admitir a aquel su apostolado, porque siempre procuró conservar la amistad caritativa entre ambas Ordenes. Salidos del puerto, sucedió- les tan gran tormenta de viento contrario que les hizo volver la proa al puerto, pero como del mismo puerto ventase otro viento terrible ad- verso, y la corriente del río fuese impetuosa, y las olas del mar con ella peleasen, toda la ciudad que los estaba mirando, los tenía por aho- gados; acudieron muchas barcas y bateles a socorrellos, más, para que si el navío se anegase, recoger la gente que pudiese llegar a las barcas que con pensamiento de que la nao o navío se pudiera escapar. Es- tando en este peligro dijo el P. Fr. Pedro de Córdoba al principal de los frailes franceses en latin, porque no entendía nuestro romance: Pater, hodie oportet nos lic mori pro Christo. Respondió el buen re- ligioso Francisco: Sit nomen Domini benedictuín. Finalmente, debi- do a las oraciones de todos, plugo a la misericordia de Dios que floja- ra el viento y pudieran salvarse todos los religiosos, pereciendo sola- mente dos personas al trasladarse a las barcas de salvamento, pues el navío quedó deshecho". Las palabras que se cruzaron los dos fervorosos Misione- ros, en momento tan solemne, sirvieron de leyenda para el escudo que se gravó después. Sucedía esto a fines de 1515, y mientras que el P. Pedro preparó otra nueva embarcación pa- ra realizar su empresa, debió pasar el año y comenzar el 1516; pues el P. Las Casas al fin del mismo capítulo dice, que las dos Misiones de dominicos y franciscais llegaron a Tierra Firme y se establecieron los primeros en Chiriviche y los fran- ciscanos en Cumaná; pero no señala fecha. López de Goma- ra añade: "Cumaná es un río que da nombre a la provincia, donde ciertos frailes franciscanos hicieron un monasterio, siendo Vicario Fr. Juan Garcés año diez ij séis (1516)".

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz