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110 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA mm Sacrac Con gregationis, et facultatum eidem concessarurn exercen- di, et non alias, etc. El cual Decreto se puso en ejecución, mandando S. M. Católica, por su Real Cédula del mismo año, pasase el referido Padre Magallón, nue- vo Prefecto nombrado por la Sagrada Congregación, con cinco reli- giosos sus compañeros, a la Provincia de Cumaná y demás constantes en sus patentes, a la reducción de indios gentiles previniendo en dicha Real Cédula se les señalase territorio distinto del que se había dado a los Padres Observantes del Abrojo, que habían pasado a estas provin- cias cuando retiraron a los capuchinos. 2. Alegres los capuchinos con la referida demarcación que les cu- po, la cual comprehendio toda la provincia de Cumaná y parte de la de Barcelona, tirando líhea recta desde el mismo puerto de la referida ciudad (le Cumaná, a las bocas del grande río Orinoco, inclusive, comprehendiendo en su recinto las naciones Chaima, Quaca, Paria, Guarauna y pai'te de la Cariba. En dicha ciudad estuvieron detenidos algunos días porque acosa- dos los vecinos todos (le la provincia por las invasiones y extorsio- nes continuas de los Caribes, no eran osados los españoles a salir de sus casas, ni a trabajar a sus labranzas o haciendas, porque sabían era en perjuicio gravísimo de sus personas y posesiones, si lo ejecutaban. Perplejos los misioneros en tan crítica estacion, resolvieron sus- pender la entrada hasta ver algún tanto apaciguados los indios; deter- mino el nuevo Prefecto que quedando algunos en dicha ciudad de Cu- manacoa, pasasen los otros a la ciudad de Caracas, a evangelizar a los españoles, como se ejecutó; fué tanto el fruto que se logró en esta ciu- dad, que jamás se experimentó igual en estas partes (le América; fue- ron innumerables las conversiones que hicieron, las que pór hallarse impresas en la Vida del Venerable Padre Carabantes, uno de los ope- rarios y piedras fundamentales de este apostolico, místico edificio, los omito; acontecio en este tiempo una gran peste en la referida ciu- dad de Caracas, en que dieron tantas pruebas nuestros misioneros (te heroicidad y caridad, que hasta hoy dura y se conserva en la memo- ria de sus habitadores. Sosegados algun tanto los indios y mitigada su ferocidad, deter- minaron seguir el intento de reducirlos; volvieron para esto a la ciu- dad de Cumanacoa, desde donde se resolvieron a hacer su primera entrada; salió Fr. Miguel de Torres, fiado en la Divina Providencia, con solo tres españoles; alejóse dos días de dicha ciudad y llegaron a la falda del cerro de Guacharo, en donde descubrieron muchas casas de indios separadas y apartadas unas de otras, como acostumbraban a vivir en su gentilidad; fueron sentidos de estos y luego se les llega- ron muchos armados de guerra; entendió el religioso y los que le acompañaban que allí recibiría la muerte, según la ferocidad con que caminaban a ellos; llegase al religioso uno de los capitanes, y li, dijo

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